colored stars

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[☄️] ، ˖ʾ˓𖤣 —

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[☄️] ، ˖ʾ˓𖤣 —

—¡Spreen!

—¿Juan?

El oso quedó extrañado al ver como el hechicero entraba descaradamente a su oficina con una canasta llena de frutillas.

Se sentía incorrecto.

Se sentía cálido.

Era cálidamente incorrecto.

—No podés estar acá. Es mi oficina, Juan. — Se paró de su escritorio para acercarse al castaño, tenía q sacarlo antes de que agarrara un lugar para acomodarse.

—Claro que puedo estar acá, soy tu novio.

Cosa que fue en vano, en un acto rápido Juan le había dado la canasta con fruta y los hizo sentarse en uno de los sillones de la oficina.

—Que seas mi novio no te- — el sabor dulce de la frutilla impidió su habla.

—Cállate el hocico, mi amor. Come que Mayichi me dijo que no habías comido — dejó un suave beso en la mejilla del testarudo oso.

¿Que más podía hacer?

La verdad disfrutaba eso.

[☄️] ، ˖ʾ˓𖤣 —

—¿Spreen?

—¡Juan!

Gritó el oso al ver que era la quinta vez que su novio se tropezaba. No podía quejarse, ya que él mismo le había vendado los ojos.

—¿Ya me vas a decir a dónde vamos, cabrón?, me voy a matar si me sigues llevando con los ojos vendados.

—Calma un toque. Vení.

—¿Eres pendejo o te haces? — regañó mientras intentaba descubrir en que sentido iba la voz de su chico y no morir en el intento.

—La puta madre, me olvidó — agarro la mano de su novio para subirlo a la cima de su estadio. Había quedado perfecto.

Su mirada se desvío al chico que estaba a su lado que no entendía nada.

Perfecto...

Sí, lo era.

Con cuidado quitó la venda que cubrían los ojos de Juan.

El atardecer estaba en su punto y los ojos de Juan iluminados de emoción hacía todo mejor.

Absolutamente su esfuerzo había valido toda la pena.

Y el beso que recibió en su mejilla fue el comprobante de eso.

[☄️] ، ˖ʾ˓𖤣 —

—Spreen...

—Juan...

Ambos amantes se miraron por última vez sin saberlo.

¿Que era ese raro tono azul que había invadido su corazón?

Juan era el rayo de luz que salvó a Spreen en sus momentos más difíciles, el oso necesito el calor y amor de alguien para seguir y por ello terminó buscando a Juan.

Y Juan... Spreen ni siquiera pudo ir a su ayuda.

Su enamorado había muerto.

Y si bien Spreen había sobrevivido, no se sentía vivo.

Respiró, aprendió, amó, observó, lloró y vivió.

Respiró al llegar a Tortilland, teniendo esperanzas de salir adelante como alguien exitoso.

Aprendió a adaptarse a su entorno, en especial al dolor de cabeza que siempre lo acompañaba en misas.

Amó como nunca en su vida pensó haberlo por un tonto que lo cautivó con su risa de delfín.

Observó cómo el cuerpo de su amado caía inconsciente al piso.

Lloró al saber que Juan nunca más iba a volver.

Y vivió sin sentirse vivo, sólo sentía que era... azul.

[☄️] ، ˖ʾ˓𖤣 —

—¿Spreen?

—¡Juan!

—¿Juan? — el castaño de la bandana quedó extrañado, no había ningún Juan ahí.

—No... perdóname, Roier... —  susurró apenado por su dejá vu.

Acomodo sus anteojos, notando como en aquella noche, cuatro estrellas brillaban con intensidad.

Una estrella roja.

Roja como las frutillas que amaba comer con Juan.

Una estrella naranja.

Naranja como los atardeceres que amaba ver con Juan.

Una estrella azul.

Azul como el sentimiento que lleno su interior con la ida de Juan.

Y una estrella verde.

Tan verde y brillosa como... Juan.

 Juan

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[ S P R U A N ] ¡AU's!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora