Ni siquiera entendía el porqué cada vez que se ven siente que se para el tiempo, amatista con ámbar se combinaron en una danza erótica de miradas.
Ninguno sabía si habían sentimientos de por medio, pero se necesitaban para poder seguir viviendo en el mismo infierno que se encontraban.
Mismo infierno que ellos mismos se condenaron a vivir.
Sus corazones palpitaban con tenerse cerca, no había ni el más mínimo movimiento a pesar de los minutos, necesitaban comerse… Rápido o lento.
El castaño empezó a sentirse prohibido ante la mirada desesperada del pelinegro, no entendía qué señal necesitaba para lanzarse a sus labios y hacerle tocar el paraíso como tantas veces ya lo han hecho.
Con la perspectiva de su realidad alterada agarró la camisa del oso para juntar sus labios y empezar un baile lento que se volvía desesperante con el tacto. Se sentía tan jodidamente ilegal lo bien que le hacía sentir las manos del contrario recorriendo su cuerpo para quitarle la ropa lo más pronto posible.
Estaban rompiendo la ley, pero no la de atracción. Sus cuerpos estaban acompañados pero el corazón estaba a un lado.
Sentimientos y deseos en distintas direcciones, no era tiempo para hablar de ellos y sus intenciones en el amor.Afuera del santuario era invierno con un frío viento que le hacía temblar del escalofrío, pero adentro sus toques quemaban como el sol.
Con pasos torpes pero rápidos se dirigieron a la pieza del hechicero, no soportaban estar separados por la ropa ni un momento más.
Spreen tiró al hechicero para arrinconarlo en la cama, necesitaba hundirse en la piel suave de Juan y no despertar nunca más. Quería y podría morir del suave veneno que dejaban los besos del castaño que le hacía delirar.
Con pesadez se separaron de su arduo beso lleno de pasión, ambos se necesitaban, lo sabían.
Y eso era lo que más les jodía.
El pelinegro empezó a devorar el cuello del castaño a besos suaves que no hacían ni el más mínimo ruido.
Si las intenciones pudieran ser vistas, nadie entendería como es que ambos se pueden desear tanto a la vez.
Los jadeos y suspiros ardientes que salían de su boca no dejaban de salir en un canto lujurioso que les hacía ver el placer que se daban con tan solo roces.
Cosa que le perturba al pelinegro, ya que con cada gemido necesitado que oía, sentía que su corazón se aceleraba con adrenalina.
No hacían falta las palabras para saber que se la estaban pasando bien, sus expresiones lo decían todo.
Se sentían en un infierno que les hacía tocar el cielo.
Juan al no soportar más le dió la espalda, quería quitarse sus penas y si quisieran conectar miradas tenían al espejo que les hacían ver su acto tan necesitado de piel.
Su piel desnuda se erizó al contacto con las frías manos del híbrido recorrer su silueta, necesitaba tanto eso, necesitaba la piel del chico que lo tenía desquiciado.
Y ahí estaba de nuevo, el tiempo había parado y seguía sin entenderlo, pero le encantaba lo tan bueno que se sentía como el oso jugaba con su zona baja cerca de su tracero.
Se hundía en placer cada vez que el miembro de su contrario fingía entrometerse en él, la preparación quizás era necesaria, pero no para ellos que deseaban tanto unirse como una misma persona de una vez por todas.
Su sudor se combinaba con el choque de sus pieles, se derretían con lo tan bueno que les sabía el pecado.
Su lluvia de emociones y sensaciones los azotaba en aquella habitación testigo de su acto carnal, sentían estar empapados, estaban vulnerables por no poder controlar sus sentidos pero valía la pena sentir que a esas alturas les faltaba el aire como en el Aconcagua.
La intención nunca fue faltarle el respeto al oso, pero las maldiciones que salían de su boca no las podía controlar, sentía que cada estocada era un paso más para ir al paraíso divino que siempre soño.
Ambos levantaron la mirada para verse en el espejo, Juan era un desastre hecho por Spreen.
Y Spreen era el artista más talentoso del pueblo por haber hecho esa obra de arte tan excitante a los ojos de cualquiera.
Aunque el híbrido dominara la situación, ambos tenían claro que Juan era quien tenía el control de sus movimientos, poses y situaciones eróticas.
El blanquecino cuerpo del castaño lo hipnotizaba, tocarlo era como trazar un mapa que conocía a la perfección, le encantaba descubrir atajos nuevos todos los días para poder sobrepasar las fronteras y ser el único dueño de aquel lugar.
Su lugar.
Ni siquiera recuerda bien como fue que empezó todo eso, pero no sé arrepiente de ser el primero en conocer esa parte tan oculta del pecoso.
Adoraba ser su primera y única opción para desquitarse del estrés, se sentía único y diferente en aquellos momentos.Momentos donde sólo importaban ellos dos.
Se usaban y nadie se entera, era un jodido juego de adrenalina donde ocultar sus marcas se volvía una adicción para presumirlas con orgullo.
El tiempo había acabado y su encuentro también al parecer, después del éxtasis del placer ninguno tenía el valor para enfrentar las cosas.
Pero una cosa tenían clara.
Que esa no iba a ser su última vez comiéndose rápido lento.
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[ S P R U A N ] ¡AU's!
Fanfiction¡Hola! Realmente no sé cómo iniciar esto, así q voy a ser directo. Wattpad lo tengo demasiado abandonado, parezco Quackity con tilín en el QSMP pipipipi Así q, vengo a traer los escritos que he hecho en Twitter sobre mis padres más personales. ¡Hist...