remember me at sunset

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—Gafitas, si pudieras pedir un deseo a las estrellas, ¿Cuál sería?

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—Gafitas, si pudieras pedir un deseo a las estrellas, ¿Cuál sería?

—Mmm... — Juan se quedó pensando mientras veía el estrellado cielo que le daba tanta paz —¡Que mi huerto de fresas nunca se marchite!

Un silencio inundó el jardín del santuario donde se encontraban ambos amantes.

Era una rara paz.

—¿Amabas demasiado ese huerto, no? — susurro Spreen al sentir un escalofrío lleno de melancolía. La brisa de invierno se acercaba y todo se volvía más difícil de llevar.

—¡Claro!, las fresas eran nuestra fruta — suspiró el hechicero —y eso me hacía amarlas aún más...

—¿Realmente me amabas? — preguntó spreen con la voz temblorosa, su escalofrío incremento dejándose de sentir seguro.

Un nudo llegó a su garganta, avisándole que con cualquier respuesta que le pueda dar el castaño sería capaz de quebrarse.

Quebrarse tan y como su corazón.

—... — la respuesta de Juan seguía sin aparecer, lo cual le llenaba de tristeza.

¿Acaso no fue amado de verdad?

—Spreen... Si tú pudieras pedirle un deseo a las estrellas, ¿Qué sería?

Con la voz rota respondió. —Que vos jamás te hubieras ido de mi lado.

La mano fría de Juan tocó la cara roja de Spreen, sintiendo su evidente temperatura por estar enfermo.

—Si sigues acostado acá fuera la temperatura empeorará, vamos a nuestro cuarto osito — Sonrió intentando consolar al chico.

—Si voy... ¿te quedarás conmigo? — preguntó mientras se levantaba torpemente, se sentía débil.

Pero nuevamente no obtuvo respuesta.

Entraron al santuario con calma, Spreen sabía que Juan estaba ahí, que no era una alucinación producto de su fiebre.

Lo sabía, podía sentir su olor, su calor... pero no su cariño.

Su cabeza dolía tanto como su corazón, ambos se sentían rotos y con la falta de algo primordial.

A su mente quizás le faltaba estar cuerda al 100%.

Y a su corazón le faltaba Juan.

—Osito... — antes de entrar a la habitación del santuario todo se veía borroso, no entendía como pudo empeorar tanto.

Quizás la muerte de Juan fue lo que lo hizo empeorar.

Mejor dicho, conocer y enamorarse perdidamente de Juan fue lo que le hizo empeorar.

—¿Qué querés?... — respondió con una voz ronca y quebrada, dando lo último de él para poder contestar.

—Yo siempre te ame, fuiste una bonita experiencia en mi vida, realmente eras lo que me motivaba a seguir aquí... Yo te amo, Spreen.

[ S P R U A N ] ¡AU's!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora