Capítulo 25

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Es viernes por la noche, mamá va de un lado a otro metiendo un montón de cosas a la maleta, la cual no parece ser una maleta para un fin de semana, parece como si se va una semana entera.

—Cariño, algunas cosas podemos comprarlas allá— le dice papá — no tenemos que llevar esas maletas llenas.

—Llevo solo lo necesario— dice mamá, cerrando la maleta a la cual ya no le cabe nada más— Sofía deberías empezar a preparar ya tu mochila.

Papá solo sonríe y continúa viendo la televisión, mi hermana por su parte está en el piso leyendo un libro tan tranquilamente sin haber preparado nada para mañana que parece que la única que va a ir es mamá.

—¿Es que acaso no van a llevar nada ustedes?— pregunta mamá — ¿o es que no van a ir?

—¿Quieres decir que lo que llevas en esa maleta son cosas solo tuyas?— la molesto — parece como si te vas a mudar.

—Muy graciosa, ya que no quisiste ir, mejor vete a dormir ya, tienes clases mañana.

—A sus ordenes señora— la molesto por última vez en el día.

Efectivamente hago lo que me dice, porque al poco tiempo me quedo dormida.

***

El siguiente día despierto temprano, hay una cumpleañera en la familia la cuál ya se encuentra terminando de prepararse.

Ella no me ve por lo que aprovecho —¡Feliz cumpleaños!— le grito desde la puerta.

—¡Aaah!— brinca del susto— Mariel, ¿que haces despierta tan temprano?

—Es mi deber como hermana mayor, felicitar a mi hermanita en su día desde temprano.

—¿Ah sí?, te recuerdo que siempre me felicitas hasta la hora que te levantas, por las nueve de la mañana.

—Eso era antes, soy una persona madrugadora ahora.

—Lo que digas.

—Oye, a lo que venía— continúo — ¡Feliz cumpleaños!

La abrazo, y si hay algo que sé, es que no me di cuenta en que momento Sofi se creció, aún recuerdo cuando las dos jugábamos juntas, cuando peleábamos los juguetes o cuando visitabamos a los abuelos y corríamos por todo el patio, luego recuerdo que yo dejé de jugar y ella jugaba sola, recuerdo verla con sus muñecas, su primer día de escuela, cuando aprendía a leer o cuando se le cayó su primer diente, no me dí cuenta en que momento ella dejó de ser una niña pequeña, solo sé que la quiero con toda el alma, quiero cuidarla, protegerla porque ella siempre fue buena niña y sigue siendo una buena chica.

—Gracias Mari.

Le doy su pequeño regalo que es una camiseta que ella quería con el logo de su banda favorita.

—¡La conseguiste! ¡Gracias!

—Por nada — sonrío — te portas bien eh, te tomas muchas fotos para mostrame y no se te vayan a olvidar mis dulces.

—Te los traeré solo porque me has dado un buen regalo— sonríe inocente.

—Que agradecida eres.

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