Gracias al cielo existen las alarmas, sin ellas sería imposible poder llegar a tiempo al instituto, bueno también gracias a mamá, quien se encarga de restarle varios minutos a la alarma que yo dejaba el año pasado, en mi defensa diré que a mi parecer era buena hora llegar justo a tiempo al instituto, aunque claro, no siempre llegaba justo a tiempo, pero me gustaba la adrenalina, eso me gusta creer.
Ahora estoy llegando quince minutos antes de la hora de entrada, mamá siempre dice que las personas puntuales no son las que llegan exactamente a la hora acordada sino las que llegan antes.
—Esto si no se ve todos los días, tú llegando antes del timbre— Diego acaba de llegar.
—Pues vete acostumbrando, que según los planes de mamá así será todo el año.
—Agradece, tu mamá quiere formar una buena persona para el futuro.
—Oye, eso suena como si fuera una rebelde.
—No dije eso— él ríe— por cierto, es raro también que Susan y Rafa aún no aparezcan, esos dos son unos obsesivos con el orden y la puntualidad.
—Ni que lo digas— veo la hora y es cierto solo faltan cinco minutos para entrar— le voy a llamar a Susan.
—Creo que ya no es necesario, aquí vienen los dos, justo a tiempo.
—Buenos días— dice Susan con gran alegría.
—Hola, buenos días— dice Rafa también.
Y exactamente después de responderles tocan el timbre.
—Ajá Susana, ¿porque viniste tan tarde este día? — a ella no le gusta que le agregue la a a su nombre.
—Ajá Mariela, técnicamente no vine tarde vine justo a tiempo— eso era lo que yo siempre respondía cuando ella me preguntaba eso y a diferencia de ella, a mí no me molesta que le agregue la a a mi nombre.
—Ajá par de a faltantes, ya hay que ir a clases— Rafa suele llamarnos así, dice que a las dos nos falta la a en nuestros nombres.
—Deja de decirnos así, entiende ya que nuestros nombres son Mariel— Susan me señala— no Mariela y Susan, no Susana— a ella en realidad le molesta.
—Ya, claro que entiendo cuáles son sus nombres, solo dije que es más común Susana y Mariela— ella le da una mala mirada.
—Tú estás acostumbrado a lo común y nosotras no lo somos— Susan pone una cara de orgullo y se va.
En verdad es gracioso la razón por la que estos dos pelean, a mí en lo personal me encantan los nombres, con o sin la a.
Al entrar al aula el profesor empieza leyendo una reflexión y después empieza la clase.
***
—Ay, al fin es el receso, la clase estuvo aburridisima— dice Diego.—Ves, segunda semana y ya te estás quejando— le recuerdo.
Al salir nos dirigimos a la cafetería y recuerdo que Susan no me dijo porqué venía justo a tiempo, ella no es de esas personas, no es igual a mí.
—Oh, había olvidado contarte, mi hermano como sabes siempre sale a trabajar a la misma hora que yo me vengo, así que me trae, pero hoy tuvo que irse por el otro lado de la ciudad porque tenía unos asuntos y no me avisó antes así que estaba esperándolo y cuando me dijo ya no era hora para venirme caminando, así que le pedí al tonto de Rafa que si podía pasarme trayendo— yo la miro divertida— deja de mirarme así, ya sé que no es un tonto, y que me hizo un favor, solo es la costumbre.
—Ay Susan a ti la costumbre nunca se te quitará — le digo riendo.
—Pero mira que no me has contado nada de como te fue este fin de semana en tus clases— es cierto, por mensajes solo le comenté que me había ido bien, que nos habían enseñado lo básico.
—Lo había olvidado, pero todo estuvo bien, es gracioso que es bastante parecido al instituto, tienen timbre, hay receso y según dijo ayer el profesor tenemos que comprar la camisa que nos identifique como academia.
—¿Son bastantes en tu clase? ¿hay chicos? ¿hiciste amigos?, ojalá y se te ocurra cambiarme eh— Susan hace bastantes preguntas y también hace esa mirada que intimida.
—Somos diecisiete, si hay chicos, pero somos más chicas, en mi mesa hay una chica y un chico que son bastante agradables, pero no podría decir que ya somos amigos y sabes perfectamente que jamás te cambiaría.
—Más te vale — me dice asintiendo— entonces te fue bien, lo mejor de todo es que aún tienes libre la tarde de los fines de semana— ella tiene toda la razón.
Rafa y Diego llegan y se sientan junto a nosotras, vienen muy alegres por lo que se ve.
—A ver, sueltenlo, a lo lejos se les nota la alegría ¿que sucedió?— Susan es impaciente, en eso somos iguales.
—Rodrigo, el capitán del equipo de fútbol nos acaba de decir que el viernes serán las pruebas para entrar — dice Rafa.
—Lo mejor de todo es que hay seis puestos disponibles, se rumoraba que solo habían cuatro— dice Diego— así tenemos más posibilidades de poder entrar.
—En realidad si habían solo cuatro puestos al principio, pero dos integrantes se salieron— comenta Rafa.
—Bien, pues el viernes a dar lo mejor y a entrar al equipo — los animo— y entonces sí, solo quedarán cuatro puestos porque los otros dos serán de ustedes.
—Eso esperamos — dice Rafa— nos irán a echar porras al entrenamiento ¿verdad?, la prueba será en la tarde y el viernes tenemos la tarde libre.
—Ahí estaremos— le confirma Susi.
—¿Y ustedes cuando empiezan los ensayos de violín? — nos pregunta Diego y recuerdo que a ellos no les he hablado sobre mi regalo de cumpleaños.
Así es como vuelvo a contar la historia de como pasaré los fines de semana durante los próximos seis meses.
***
Al llegar a casa, después del instituto, mamá está preparando ya la cena, huele delicioso.Sofia ya llegó de la escuela también y aún anda puesto el uniforme, lo que a mamá le molesta, no sé por qué pero le molesta.
—Sofia, cámbiate ya, ya les he dicho, el uniforme es para ir a estudiar, no para andar en la casa.
—Ya voy, ya voy— dice ella.
—Mariel, ¿cómo te fue?— pregunta mamá.
—Todo bien mami, esta semana si empezó lo bueno con las clases y las tareas, nos están machacando.
A mamá eso la hace reír— ay Mariel, tan exagerada que eres, vete a cambiar tú también, ya va a estar la cena.
Hago lo que me dice y después me encuentro a Sofía.
—Ah, Mari, había olvidado darte esto, te lo mandó la tía Ruth el sábado— me da unas barritas de chocolate que al abrirlas ya están bastante derretidas— lo siento, se me olvidó dártelas ese día, y olvidé meterlas al refrigerador también.
Mamá ve las barritas derretidas y le da risa— por suerte si te dió el postre de fresas, sino te lo hubiera entregado arruinadoo— dice ella riendo.
—¿Cuál postre?, Sofia no me ha entregado ningún postre, ni bueno, ni arruinado— le digo.
Sofia pone una cara de preocupación y sale corriendo a revisar en su mochila que está en la cocina y, efectivamente saca un depósito con lo que en su momento fue un postre, aunque aún lo es, pero arruinado.
En fin, los hermanos menores.
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Inscripción Oportuna
Novela JuvenilMariel, sí, Mariel, no Mariela, como muchos la llaman, le teme al futuro, tanto que a veces olvida vivir el presente y disfrutar el momento. Por otro lado Alexis, tenía claro su futuro, pero algo sucedió que ahora es él mismo quien se está prohibien...