Una risa contagiosa flotaba a lo largo y ancho de los corredores sombríos de Hogwarts. George Weasley, caminaba saltando con alegría desenfrenada. La sonrisa que se ondulaba por su rostro era prueba de una dulce broma de el y de Fred: habíamos orquestado la pieza maestra de todas nuestras bromas. Mañana, todo Slytherin tendría un cambio escandaloso de look con cabelleras que competirían con un electrizante césped.
Antes de girar en el corredor y dirigirme a la familiar comodidad de la sala común, un aroma potente y muy particular llenó mis fosas nasales y detuvo mis pasos. Era un perfume embriagador, una coqueta danza de cítricos de limón y manzana cubierta en una dulzura de cereza. Instantáneamente, mis instintos de Alfa despertaron. Ese era el llamado inconfundible de un Omega en celo.
Por lo general, george se enorgullecía de su resistencia al llamado del celo de los Omegas. No solía ser un Alfa que fácilmente cediese ante el dulce encanto. Pero este en particular, este aroma tenía un control inusitado sobre mí, con mi corazón luchando para mantener su ritmo y la gravitación hacia el origen de la fragancia, anulando mi camino original y empujándome a los oscuros confines del castillo.
Cuando llegué al epicentro del olor, me encontré cautivado, un sentimiento de euforia liberando mis propias feromonas al aire, una señal para el Omega de que no estaba solo. Mis sentidos se encontraban en una guerra de hormonas, yendo y viniendo, mientras me aventuraba en los solitarios baños abandonados.
Caminé despacio, dejando que mis feromonas se dispersaran por todo el lugar, hasta que finalmente llegué al último baño. Abrí la puerta con la misma anticipación con la que se descorcha un vino añejo. En el momento que la abrí, el dulce aroma del Omega cercano golpeó todo mi ser.
En aquel recinto oscuro, me encontraba prisionero de las sombras, observando al vulnerable Omega cuya esencia había despertado mi instinto Alfa. El pequeño omega de cabello rubio, permanecía encogido, abrazando sus piernas contra el pecho y con la cabeza agachada. Impulsado por el deseo y el instinto, me aproximé, agachándome a su nivel y extendiendo mi mano para acariciar la suavidad de su cabellera. Pero al sentir mi contacto, él apartó su rostro, lo cual generó en mí una clara decepción.
Mis dedos se entrelazaron en su sedoso cabello y, sin ejercer presión, levanté su rostro para encontrarme con sus ojos. Quedé paralizado en el suelo, mientras la sorpresa se reflejaba en cada rasgo de mi rostro. El pequeño Omega que había provocado olas de incontenible deseo en mí, aquel que había avivado una llama que ansiaba marcarlo como mío, resultó ser el menos esperado: Draco Malfoy.
Por un instante, me quedé sin aliento, aturdido por la sorpresa. Me levanté rápidamente, pues debía salir de allí lo más pronto posible, pero entonces, la dulce voz de Draco resonó en mis oídos: "No te vayas, George". Su voz estaba llena de agitación y deseo. Quedé perplejo al escuchar mi nombre salir de sus labios suaves y rosados como melocotón. Aquel momento hizo que la llama de mi deseo creciera y su llama se intensificara. Estaba a punto de cometer una locura, pero era demasiado tarde para dar marcha atrás.
Regresé al pequeño cubículo y cerré la puerta con seguridad, utilizando un hechizo de silencio para asegurarnos de que nadie nos interrumpiera. Draco me miraba con sus brillantes ojos grises, parecía un hermoso ángel caído en el suelo. Él alzó sus manos, extendiéndolas hacia mí. Me agaché, intentando estar a su altura, y toqué su suave mano, llevándola hasta mi mejilla. Lo observaba con deseo, con una lujuria desenfrenada. Draco debía ser mío, solo mío.
Con la voz ronca por la excitación, le pedí que dijera mi nombre de nuevo en un susurro que solo nosotros dos podíamos escuchar. Y él lo hizo: "George Weasley". Sus palabras me sumieron en un éxtasis de deseo. Tomé su mano y la llevé a mi boca, dándole suaves y delicados besos en los dedos, sin apartar mi mirada de sus ojos. "Si me pides que pare, lo haré", le dije, besando y acariciando sus dedos con mi boca, saboreando cada parte de su piel. Draco negó con la cabeza en un movimiento, y yo, divertido, sonreí.

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DRACO MALFOY
Fanficun celo inesperado, ara que Draco encuentre a su Alfa predestinado. +18