Prólogo

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Pink

Viendo el cuerpo desangrándose, empiezo a alejarme poco a poco. Levanto la vista pero no me animo a subirla tan alto como para ver su semblante. Por lo qué, mejor me concentro mejor en la camisa que hace solo unos minutos era blanca y ahora se encontraba con salpicaduras de sangre.

Observo como limpia su navaja lentamente con su ropa y no puedo soportar más.
Mi cuerpo empieza a temblar y siento que se avecina un ataque de pánico.

Salgo corriendo del lugar sin mirar atrás para tratar de relajarme.

Corro a través del largo pasillo hasta llegar al salón principal esperando que al estar rodeada de gente pueda tranquilizarme y olvidar un poco aquella escena. El baile estaba repleto de gente donde todos hablan, ríen y se relajan sin tener conocimiento de lo que había ocurrido a unos metros del lugar, pero para ser honesta no me sorprendería que se enterarán y siguieran con normalidad fingiendo que todo estaba bien, al fin y al cabo, el baile de recaudación no era más que una gran pantalla para poder mover grandes cantidades de dinero sin dejar alguna huella que los relacione.

La causa a la que se donaría una parte era noble pero las inyecciones de capital irían de nuevo a sus bolsillos de una forma «más limpia» de lo que se esperaría al ser dinero conseguido de forma ilícita.

Nadie era bueno aquí. 

Inhalo profundo para regular mi respiración, pero no logro conseguirlo. Todo sería más fácil si el cuerpo desangrándose no me trasladara a mis vivencias de a aquella vez cuando estube en París.

No era el momento correcto para caer en el caos de mi mente.

El bullicio de la gente no me permite concentrarme, necesito silencio para relajarme antes de salir y fingir que todo esta yendo a la perfección y sobre todo, seguir hablando de los productos de la subasta para que oferten más por ellos.

Doy un chequeo rápido del lugar en busca de algún destello rojo pero no consigo ver nada, excepto al Pakhan que entrecierra sus ojos a unos cuantos metros de mí.

Mierda, no puedo agregarlo a los inconvenientes de hoy.

Levanto mi mano para saludarlo y sonreírle, espero que logre engañarlo y la distancia no le permita ver mis manos temblando. Giro un poco para regresar al pasillo por el que antes corría como loca.

Es mejor un loco conocido que un loco desconocido.

Camino lentamente por el pasillo, dirigiéndome a la primera puerta que veo para meterme en la habitación, tomo la manilla de la puerta y giro, pero no me lo permite.

Voy a la segunda puerta y consigo el mismo resultado, golpeó la puerta con mi frente.
Siento que estoy logrando relajarme, pero aún así espero conseguir una habitación que no tenga llave o tendré que cruzar toda la pista del evento para irme a encerrar en el baño hasta que todo esté bien.

Giro el pomo de la tercera puerta que veo y logro abrirla.

Gracias a dios.

No quería llegar más lejos porque no quería encontrarme con la escena fresca del crimen o de lo que quedaba de ella.

Entro rápidamente a la estancia y cierro la puerta. Volteo para inspeccionar el lugar pero siento como mi cuerpo se tensa.

En medio de aquellos acabados elegantes y lujosos estaba la persona por la que huía en primer lugar, observando el estacionamiento.

¿Debería de acercarme o huir de nuevo?

Lo medito unos segundos y me decido por la primera opción. Espero que esta sea una de las  últimas veces que me encuentro con él.

Aún tengo secuelas del trauma que me había sometido, así que, mantengo mi distancia de tres metros por si necesito alguna ventaja para correr. Estoy segura de que él había sentido mis pasos, sin embargo no se voltea a verme.

― ¿Cómo puedes estar tan normal? ― le pregunto.

Espero unos segundos y no me llega una respuesta. Tal vez no me escuchó.

Abro mi boca para volver a preguntar, pero la cierro cuando escucho su voz en ese sonido grave que tanto me estaba cautivando.

― No sé a qué te refieres ― responde dándose la vuelta finalmente para verme.

Esperaba que tuviera un cargo de consciencia  en su mirada, pero era todo lo contrario. Su aura asesina me envía un escalofrío por todo mi ser y su vestimenta no ayudaba.

¿Cómo se ensució más de aquel líquido rojo que disfrutaba derramar?

Deja su copa en un estante y empieza a desabrocharse la camisa, justo como yo lo había hecho hace unas horas.

― Por esto es que preferimos la ropa negra ― me echa otro repaso parecido al de la tarde y sin esperar a mi respuesta vuelve a hablar ―. Pero debo de informarte que el rojo te sienta mejor a ti.

Ignoro su comentario y me dedico a observar como retira su camisa, revelando la pequeña funda que traía oculta en su cintura con tres navajas  y una pistola.

Tenía entendido que estaban prohibidas las armas dentro del lugar. Se da cuenta de dónde estaba mi mirada y me sonríe de lado, cuando lo observo a los ojos.

― Espero...hayas traído un repuesto ― le comento cuando toma su camisa para limpiar las últimas gotas de sangre que quedaban en él. No sé porqué el sonido de mi voz sale más bajo, sé que tengo que tenerle miedo, pero era lo último que sentía.

Debo de escapar pronto antes de que el momento que más temo me alcance. Y estaba empezando a odiar la tranquilidad con la que Demyan manejaba las cosas. Pero sobre todo, nunca me acostumbraría a los Petrov.

(...)

Demyan

—¿Papá estabas escuchado? — los ojos de mi sobrina empiezan a cristalizarse —.No cumplí mi palabra —llora.

Mamá la abraza y le hago una señal a Andrey para que se calme.

—Debi de prolongar la muerte de ese bastardo hijo de puta...

—Ella pasó nuestros interrogatorios y nos tragamos sus mentiras — lo interrumpo, deteniendo su parloteo porque estaba mamá y mi sobrina.

El teléfono de Andrey suena.

—Alguien me ha transferido dinero a nuestra cuenta — me menciona—.¿Hiciste un negocio?

Kons entra con su computadora en las manos. Por lo que, mamá se llevó a Andrea de aquí para consolarla y darle helado.

—Cuando irrumpió en esta casa, ¿Cuánto tiempo tenía la chica aquí? —es lo primero en preguntar cuando estamos solos.

—Una semana —contesta Andrey.

—Encontré esto cuando revisé su computadora...— dice Kons sacando unas fotos.

Las analizo y se las paso a Andrey, no miro nada raro.

—Son las dos, las reconozco — logra mencionar después de unos largos segundos, dónde sus facciones se endurecen—.  Estan muertas si vuelven a tocar mi territorio.




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UNHOLY MC#1 (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora