CAPÍTULO NUEVE

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—Eric, ve a atender la mesa 3, por favor —le pidió Elías, secándose las manos.

Eric se sintió nervioso, ya que la mesa 3 era la que se había sentado Matthias segundos antes. Se acercó a la mesa, jugando con el lápiz de la Tablet que usaba para tomar los pedidos.

—Viniste temprano —dijo Eric, saludando a Matthias, quien levantó la mirada de su celular.

—Quería ver qué tal era el café —él sonrió—. Es extraño verte en tu uniforme. Te queda bien.

Eric se ruborizó al escuchar sus palabras.

—Gracias —carraspeó—. ¿Qué quieres pedir?

—Mmm, un café latte y un postre de 4 leches. Ah, y un americano.

—¿No es demasiado café? —Eric frunció el ceño—. Son las 10 de la mañana.

—Estoy esperando a Leo. De seguro cuando llegue querrá pedirte algo más, pero mientras tanto, solo eso.

—Está bien. Traeré todo en unos minutos.

Entregó el pedido y se dispuso a hacer ambos cafés.

—¿Conoces al chico, Eric? —se sobresaltó al escuchar a su jefa, quien había aparecido de la nada.

—¿El de la 3?

—Sí, ese. El chico guapo.

—Jefa, por favor. El jefe la escuchará —murmuró Elías, desde su lugar en la caja, mientras les cobraba a unas chicas.

—Ya la escuché —comentó su jefe, dejando en una bandeja el postre que Matthias había pedido.

—Solo es un comentario —se quejó ella, cuando su esposo dejó un beso en su cabeza antes de regresar a la cocina—. ¿De dónde lo conoces, Eric? Nunca lo había visto por aquí.

—De la universidad. Es... uh...

—¡¿Ese es tu novio?! —exclamó ella, deduciendo todo.

Matthias volteó a ver al escuchar eso y se encontró con la mirada de Eric, quien se sonrojó.

—Sí. Su nombre es Matthias.

—¿En serio? ¡Hola, Matthias! —saludó, sonriente y con una mano en alto—. Soy la jefa de Eric, Celia Kohler. Gracias por cuidar de él.

Matthias le sonrió y saludó con la mano, para luego levantarse y acercarse.

Mientras ellos charlaban, Eric no les prestaba atención, concentrado en revolcarse en su sufrimiento.

¿Cómo era posible que todas las personas que conocía se hubieran enterado de esa relación falsa si él jamás había abierto la boca o demostrado que tenía una pareja? Y lo peor de todo era que todos se lo habían creído como si nada.

Se le revolvió el estómago.

Eric sentía que le daría un ataque de ansiedad. No podía respirar.

—Me tomaré un descanso —dijo, a duras penas y sin esperar a que le respondieran, entró a la cocina y se fue directo a los vestidores a toda prisa.

Eric sentía que su corazón estaba latiendo tan rápido que se detendría en cualquier momento. Le dolía el pecho. Sentía que vomitaría. 

Sus piernas flaquearon y ni siquiera quiso seguir avanzando, simplemente se dejó caer en el suelo mientras intentaba con todas sus fuerzas regular su acelerada respiración. Podía sentirse a sí mismo temblar y eso lo estaba desesperando más.

Parpadeó, queriendo mantener su vista fija en un solo sitio, sintiendo que podría desvanecerse en cualquier momento. Aquello lo asustaba, pero no podía controlarlo por más que lo intentara.

Entre Mentiras y VerdadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora