CAPÍTULO TRECE

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Matthias mantuvo un ojo en el auto de Eric todo el trayecto hasta San José. Si bien estaba siendo guiado por Maps, siendo que Eric personalmente lo configuró para ellos, no quería perderlo de vista.

Leo ya había superado su depresión inicial con su examen fallido y se encontraba parloteando animadamente mientras escogía música.

Se sintió mucho mejor cuando vio el gigantesco letrero verde con letras blancas que rezaban "SAN JOSÉ". Nomi estaba bastante tranquilo en el asiento trasero, pero incluso Matthias sabía que comenzaría a estresarse si pasaba una hora más sin poder moverse libremente.

—Guau, qué bonito —comentó Leo, mirando por la ventana hacia la ciudad.

San José se había construido para ser una ciudad turística, así que podían verse muchos sitios y esculturas majestuosas por todos lados.

—Oye, Eric debió haber dicho antes que vivía aquí —dijo Leo, revisando un folleto que había descargado de internet la noche anterior—. Tienen un museo de ruinas navales de la infantería marina, Matthias. Está por el mirador.

—Ah, Eric dijo que quería llevarnos al mirador.

—Qué genial. Este lugar es como un baúl lleno de tesoros. Tal vez encuentre un tesoro por mi cuenta, ¿tú qué crees? Debe haber muchos extranjeros por aquí. Tal vez encuentre a alguien que me saque de aquí y pueda ser su esposo trofeo.

Matthias se rio y se concentró en el auto de Eric. Suponía que el chico también estaba atento a ellos, porque no había aumentado la velocidad en todo el viaje.

No se tardaron más de diez minutos en llegar a la casa de Eric.

Lo primero que pensó Matthias al ver el hogar de dos pisos fue: "hogareña", pintada de un suave azul pálido.

Detuvo su auto detrás del de Eric y esperó a que este saliera del mismo para también bajar.

Pronto vio salir a una pareja de la casa. La mujer que se acercó corriendo a Eric suponía que era su madre, por su gran parecido al recuerdo de las imágenes que Eric le había mostrado antes.

Eric abrazó con fuerza a su mamá y luego se acercó a su padre para saludarlo. Finalmente, se volteó hacia ellos.

— Matt, Leo: Mis padres; Mami, papi: Mis callejeros de este año—Eric los señaló a Matthias y a Leo.

—Eric, no les faltes el respeto —lo reprendió su madre, pero los miró a ambos, sonriente—. Soy Débora, es un gusto conocerlos y él es mi esposo, Richard.

—Matthias Bright. El gusto es mío, Sra. Dusk, Sr. Dusk —estrechó sus manos.

—Leonel Glow. Muchas gracias por recibirnos.

—¿Noah no ha llegado? —preguntó Eric, extrañado, cuando terminaron las presentaciones.

—Salió un poco tarde de su trabajo, pero estará aquí para las cuatro —respondió su padre, sacando la jaula de Delino del auto.

—Vamos, pasen. Veo que sí trajeron a su perrito —dijo Débora, maravillada, mirando a Nomi, quien se asomaba por la ventana del auto, añorando poder salir.

Matthias sonrió y abrió la puerta para que su perro pudiera bajar. Nomi parecía encantado del nuevo sitio en el que se encontraba y entró corriendo a la casa en cuanto Richard abrió la puerta para explorar y los demás lo siguieron en cuanto bajaron las maletas.

El hogar de los Dusk le daba exactamente las mismas vibras que le daba el apartamento de Eric. Olía al océano, pero también a un aroma dulce como de manzana con vainilla que Matthias siempre percibía al entrar al departamento de Eric.

Entre Mentiras y VerdadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora