CAPÍTULO QUINCE

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Al día siguiente de la revelación de Matthias, toda la familia se decidió a subir al mirador de San José. En un principio habían planeado ir temprano en la mañana, sin embargo, los planes cambiaron por la insolación de Matthias el día anterior, así que cerca de las cuatro de la tarde y con un sol más amigable, ya estaban fuera de la casa de los Dusk, listos para emprender su aventura.

Débora se encargó de ponerle personalmente bloqueador solar en el rostro a sus hijos y a sus nuevos hijos, ya que, según sus palabras, no podía dejar que Matthias cayera en un golpe de calor por segunda ocasión o sus padres creerían que los habían maltratado.

—Muy bien, estamos listos —dijo Débora, sonriente, cuando su esposo cerró la puerta de la casa con llave.

—Nosotros iremos en mi auto —dijo Eric, desbloqueando las puertas—. ¿Nos vemos allá?

—Conduce con cuidado —dijo su padre, antes de subirse al auto familiar con su esposa y su hijo mayor.

Leo entró primero al auto de Eric y Nomi subió detrás de él. Matthias le había preguntado a Eric si no llevaría a Delino, pero él solo se rio, diciendo: "Se quedaría durmiendo en la escalinata".

Matthias no lo entendió en un principio, pero no tuvo que esperar mucho para hacerlo, pues desde el momento en que se estacionaron, pudo divisar boquiabierto la cantidad de escalones que tendrían que subir.

—Debes estar jodiendo —dijo Leo, inclinándose hacia adelante entre los asientos para ver la escalinata—. ¿Tengo que subir todo eso?

—¿Sí?

—Eric, ¿quién te dijo a ti que yo soy un escalador?

—¿No te vino eso en el panfleto que me enseñaste?

—¡No!

—Bueno, es un mirador, ¿qué esperabas? Obviamente debe ser alto.

—A todos los miradores que he ido, se puede llegar en auto, criminal.

Eric se rio.

—No lo vas a sentir —dijo, quitando el cinturón de seguridad de su camino y saliendo del auto.

—Eres un descarado mentiroso —Eric se rio ante las palabras de Leo.

Tanto Matthias como Leo siguieron las acciones de Eric, quien ya había dejado bajar a Nomi y le acariciaba la cabeza.

—¿Cuántos escalones se supone que son? —preguntó Matthias, mirando con desconfianza las pocas escaleras que lograba ver.

—No muchos. Unos... ¿400?

—¡¿400?! —exclamó Leo.

—Veo que estamos animados para el día de hoy —voltearon a ver a la familia Dusk. Richard sonreía, bastante divertido.

—Sr. Dusk, me voy a morir —dijo Leo, dramático—. No tengo buena resistencia.

Eric se acercó a Leo y lo agarró del brazo, para decirle al oído:

—A mi hermano le encanta subir al mirador.

Leo miró a Eric, con odio, a lo que Eric se rio y se alejó de él.

—Pero ¿qué será de esta vida si no tomamos algunos retos? —añadió Leonel, un momento después.

—No te preocupes, si no te sientes bien, yo puedo ayudarte —se ofreció Noah, con un guiño.

Matthias quedó boquiabierto al ver que su mejor amigo se estaba enrojeciendo. En serio, ¿nadie estaba viendo el intercambio de miradas entre esos dos?

Entre Mentiras y VerdadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora