Pastelito |🌸

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No sabe cómo ni porqué.

Sus manos parecen aferrarse al plato que trae consigo, acompañadas de un leve temblor que pone alerta cada uno de sus sentidos.

Preparó un pastelito.

Intentó usar lo más exótico que tenía en la espaciosa cocina de su palacio, pero, al final, terminó desechando dichos ingredientes al no poder hacer algo digno.

Terminó preparando un esponjoso pastelito de trufas, cubierto de una delgada capa de chocolate y almendras.

Lo hizo con sus propias manos.

Una gran sorpresa, sin embargo, una particularidad que solo pocas personas conocen de él. También se debe a que no está acostumbrado a cocinar mucho; los dulces no son su fuerte, pero, esta vez —y por primera vez—, se empeñó en preparar aquel pastelito.

Sus pasos son vagos, dirigiéndose suspicazmente hacia una dirección específica. Cuando llega al lugar, que yace cerrado por una puerta, se detuvo.

"Esto es estúpido" pensó. Intentó recapacitar y darse media vuelta, sin embargo, como si la presencia tras la puerta haya sabido de su presencia, la abrió, revelando a su hijo.

—Padre. —saludó. La atención de Tritón se dirige al pastelito que tiene su padre en las manos— ¿Para mí?

Interroga sin tener una respuesta del contrario.

—Es para ella.

Desvía la mirada. Habló en un susurro, siendo únicamente oído por su hijo, quien abrió los ojos ante la confesión.

—¿Y a qué viene eso? —Poseidón permanece con la mirada puesta en la pared, pero es visible un ligero rubor en sus mejillas— ¡Oh! No me digas que quieres cortejarla.

—No seas estúpido.

Siseó el tirano.

—Ajá. Entonces es un regalo de agradecimiento; ¿Tú lo hiciste?

—Es de trufas y... —arrastra las palabras— no sé porqué mierda hago esto.

—Tranquilo, padre.

—Ni siquiera es un dulce perfecto: creo que le falta azúcar, y lo dejé unos minutos demás en el horno. —mira con decepción el pastelito—. Lo botaré.

—¡Papá! —exclama Tritón, tomando del hombro a su padre cuando esté amagó en irse—. No te preocupes de eso; sé que Obrekka le gustará lo que hiciste. Así que, si deseas que lo lleve, dámelo. Pero si no, puedo comerlo si deseas.

—Ni se te ocurra.

Amenazó el dios, recibiendo unas risitas por parte del menor.

Amenazó el dios, recibiendo unas risitas por parte del menor

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Heimdall lo recibió a las puertas del Valhalla.

El nórdico le guío hasta el lugar donde estaba Obrekka quién, al encontrarla, se hallaba acompañada de Thor y la diosa Freya.

𝙋𝙖𝙩𝙪𝙘𝙝𝙤 | PoseidónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora