Adorable | 🌸

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Un mes había pasado desde que se reveló la verdadera altura del tirano del mar.

Obrekka todavía recuerda lo ansioso que de puso el dios al oír las burlas de Loki sobre su altura. Lo comparó, se mofó y le dedicó un sinfín de apodos, todo mientras se le unían otros dioses, que al ver que Poseidón resultaba ser más pequeños que ellos, dejó de verse aterrador.

Era, simplemente, adorable.

La nórdica no evita sentir ternura. El griego no le llega ni a los hombros, por lo que, ante sus ojos, parece un niño.

Sin embargo, ha pasado un mes que el dios se niega de salir de su palacio. Según Hades, Poseidón se encuentra muy ridiculizado como para dar cara.

Es obvio que los comentarios le afectaron.

¿Tan feo se siente ser pequeño?

En el panteón nórdico no existen dioses que no bajen del metro noventa. El único "pequeño" es Loki, y eso que es hijo de gigantes.

Pero aún así, pensar en lo malo que es ser pequeño le intriga a la diosa.

Primero le pregunta a las valkyrias acerca de ello, puesto a que, de las mujeres, son las más pequeñas del panteón -a excepción de Thurd-.

-¿Qué sientes al ser patucha?

Le pregunta a Geir, su primera opción.

-¡Apenas tengo cuatrocientos años! Todavía me falta crecer. -chilla la menor, enojada.

-Pero de todas maneras eres patucha.

-No soy patucha. Pero conozco a alguien que sí lo es.

Es así que conoció a Okita Souji, el amigo de Geir. Aunque es más que obvio que existe algo más entre ellos dos. Era el humano más pequeño de todos los combatientes, aunque, en sus palabras, había otro más que era centímetros más pequeño, pero que no salía mucho del hogar de Eva y Adam.

Okita murió joven, pero a pesar de su edad de muerte, era bastante pequeño. Según sus palabras, las desventajas que tenía es que era fácilmente confundido con un niño, además de ser centro de bromas y engorrosas situaciones de intentar alcanzar algo que está en algún lugar alto.

De esa manera comprendió un poco el malestar de Poseidón.

Tenía que hacer algo, después de todo fue por su culpa que Loki se aprovechó y le hizo eso.

Fue difícil convencer a su hermano para que la acompañase al Olimpo, aún más cuando le dijo el motivo por el que fue al panteón vecino.

-Esto no saldrá bien.

Fueron las primeras palabras que le dirige su hermano en todo el trayecto, ambos estando al frente del portón que da acceso al salón principal del palacio de Poseidón. Les costó sobornos y amenazas de muerte, pero lograron llegar a su destino, siendo lejanamente guiados por el sirviente real del tirano, Proteus.

-¿Qué nos puede hacer él?

-El viejo se enojará con nosotros.

Suspira el pelirrojo. La diosa ignora el pesinismo de su hermano, disponiéndose a abrir la puerta sin anunciar su llegada.

No obstante, para su sorpresa, no hay nadie.

Empezaron a merodear por el palacio dn busca del dueño de éste. Obrekka comenzó a irritarse, ¿dónde se habrá metido Poseidón?

Quizá estará escondido en algún hueco, o quizás pasó cerca de ellos y no lo notaron porque, para ellos, no es más que una pulgita.

Finalizaron su viaje cuando llegaron a los jardines del palacio. Poseidón estaba sentado en el suelo en compañía de otro rubio que es igualito a él -solo que éste sí es alto-, ambos jugando cartas.

𝙋𝙖𝙩𝙪𝙘𝙝𝙤 | PoseidónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora