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Sus labios

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Sus labios.

La cercanía que lo envolvía bruscamente, sintiendo la tibieza de un aliento contrario cerca suyo. Era una sensación que hacía bastante no experimentaba.

No. No era uno delicado, un toque superficial y pacífico, era bruto, rudo, se presionaba contra su boca con fuerza, al igual que los fuertes brazos que habían rodeado su cintura. Era a leguas, el contacto con un alfa, nada comparado al suave envolver de un Omega.

Checo apretó los ojos, colocó sus también fuertes brazos sobre Max y lo separó de encima suyo, sintiendo un hormigueo en sus propios labios, y dejando morir un chasquido en el aire que lo hizo apenar.

—¿Pero qué...? — jadeo frunciendo el entrecejo —N-no, no puede ser posible, s-somos alfas. No.

Max también inhaló un poco agitado, ni siquiera había movido sus labios o explorado su húmeda cavidad bucal, pero el contacto y la adrenalina del momento había durado lo suficiente para agitarlo por un poco de aire —No me interesa eso. Lo somos, ¿Y qué?. Me gustas, realmente me gustas y no pude ocultarlo, mucho menos al verte ignorarme por ese Omega.

—No — hablo un poco más recuperado, pero aún se sentía mareado por todo lo que pasó en tan poco tiempo —Solo no podemos, no es correcto.

—Por favor, déjame amarte, ser esa persona especial que te acompañe en todo momento. Que te cobije en los malos momentos, solo... Dame una oportunidad ¿Si?

Sergio no sabía qué hacer ahora, estaba tan confundido. Admitía que Max era atractivo... Negó con la cabeza rápidamente ante sus pensamientos, pero no, no estaba bien.

Pero al ver la cara de Max esperando por su respuesta, algo se movió en su interior. Tal vez no sea tan malo.

—Dejame pensarlo... Aún no me convence todo esto.

Max quiso lanzarse a reír ahí mismo, ¿Es en serio? ¿Se lo hab unía creído? ¿Tan fácil?, Dios, ese chico, o era jodidamente inocente y crédulo, o un tonto sin neuronas. Recaía más por la última.

Siguió con su papel y se acercó al otro, intento no apegarse demasiado pero sí lo suficiente para que sea un acto íntimo —Gracias. Gracias por darme aunque sea esperanzas de una oportunidad — alzó una de sus manos para acariciar su esponjosa y ahora roja mejilla. El acto revolvió extrañamente el estómago de Checo. Nunca había recibido ese tipo de mimos, se supone que era él quién los daba.

—Tenemos... — inhaló un poco cerrando los ojos bruscamente, con el corazón en la boca cuando los gorditos dedos de Max bajaron delineando su mandíbula, subiendo hacia su barbilla para terminar presionando sobre su labio inferior —T-Tenemos que ir a ayudar...

—Claro... — su dedo se adentro suavemente sintiendo la humedad de su boca, para finalmente separarse y dejar al pelinegro respirar con tranquilidad —Vamos, Checo.

Passion between betrayal | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora