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Max fue abriendo los ojos de a poco

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Max fue abriendo los ojos de a poco. Era aún muy temprano para levantarse, pero decidió que era mejor comenzar con lo que tenía planeado. Se sentó en la cama frotando sus ojos, y miró a su alrededor pensando un poco en la situación actual. Era obvio que había avanzado grandes pasos con Checo, pero todavía necesitaba más, quería estar seguro de que lo tenía a sus pies.

Finalmente se paró de la cama y fue directamente a la cocina. Prepararía algo especial que seguro a Checo le encantaría.

Suspiró mientras buscaba los ingredientes en la alacena y refrigerador, se sorprendió cuando vió tantas cosas, Sergio tenía mucho alimento, debía ser porque en un principio solo era él quién estaba allí, además de no comer mucho.

Tomó un bol dónde metió la harina, dejando obviamente un hueco en el medio, donde se encargó de meter los demás ingredientes, mantequilla y huevos, iba volteando para tomar la sal, pero el corazón casi se le sale del susto cuando ve a su mayor parado frente a la entrada de la de la cocina, frotándose sus ojitos mininos.

—¡Oh, Dios Checo, casi me da un infarto! —exclamó exagerado mientras se llevaba la mano al pecho.

Sergio lo observó, un pequeño puchero casi inadvertido se formó en su labio inferior —¿Tan feo estoy? —su voz, ronca por el recién despertar. Max lo comparó con un ronroneo.

—Claro que no, eres precioso —el menor le dió una de esas sonrisas que le aceleraban el pecho. Quedó clavado en el piso observando sus movimientos, un poco sorprendido por lo que le había dicho, hasta que lo oyó decir.  —Oye, Checo bonito, ¿Me pasas la sal?.

El alfa asintió, ahora curioso de lo que estaba preparando el menor. Tomó la sal del estante y se la entregó, recibiendo un gracias como respuesta.

—¿Qué estás preparando? —su curiosidad fue tan grande que no pudo evitar preguntar, el alfa menor mezclaba cosas en el bol que lo dejó intrigado.

—Se llama Quiche Lorraine* te encantará. Es delicioso —le explicó mientras sacaba la ahora masa y la ponía sobre la mesa para amasarla un poco y que todo se integrará bien.

Sergio no dijo nada, solo observo la forma en que Max movía sus manos contra la masa. Sus fuertes brazos hacían un gran trabajo.

—¿Me enseñas? —preguntó cómo un niño emocionado por cualquier tontería. Sonrió cuando lo notó asentir.

—Mira, ya has visto qué mezcle, ahora debo amasar unos minutos, luego lo metemos al refrigerador, pero pásame el papel film para cubrirla antes —Sergio asintió, se llevó una silla para buscar el objeto sobre la alacena y Sergio se hubiera carcajeado no es porque ambos eran de la misma estatura.

Luego de media hora, Max volvió a sacar la masa y Checo lo ayudó a volverla fina con el rodillo. Era divertido, Checo e incluso su lobo estaban felices por pasar un rato bonito junto al otro alfa. Sentía su corazón colmado de alegría.

Passion between betrayal | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora