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Calor

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Calor.

Eso tenían ambos hombres ahora mismo, mientras se devoraban el uno al otro.

Max mordisqueo con salvajismo el hinchado y apetitoso labios inferior del delta, robándole quejidos por la brusquedad, su lengua se adentro gustosa.

Jadeó apretando las caderas de Sergio cuando él se tomó la libertad de chupar su tibia lengua, haciéndole contraer el estómago con violencia por aquella exquisita sensación. Joder, Sergio era un experto besando.

Se separaron en un escandaloso chasquido, antes de que la acalorada situación pase a mayores, porque debían prepararse.

Esa noche era el festival del cual tanto habían hablado.

—Vamos, hay que apurarse o Carlos se enfadará por llegar tarde —Max asintió, rápidamente se vistieron de forma apropiada al día y salieron como alma que lleva el diablo de la cabaña.

Cuando llegaron de inmediato fueron a ver la comida, la cual estaba deliciosa. Mejor que la de otras fechas. Ahí se encontraron con George y Lewis, quienes también disfrutaban de un rato agradable comiendo.

—Me alegra que hayas llegado Checo, la celebración es muy aburrida sin ti.

—Ya estoy aquí, ¿Qué les parece si nos sentamos?

Todos se acomodaron, hacía frío así que llevaban abrigos muy grandes consigo, mientras comenzaban a charlar más que gustosos.

Muchos niños iban a saludar al delta con abrazos y mimos, al igual que a Max, encantados con su presencia, buscando jugar con ellos, aunque no se pudo, puesto que los padres de los pequeños cachorros los llamaron.

Pronto el cielo se había oscurecido, las luces daban un toque perfecto y hermoso, entonces, la pareja decidió dejar al Omega y alfa. Sergio quería mostrarle los alrededores a Max.

Estuvieron caminando durante mucho rato, el tiempo juntos era muy ameno, incluso Max olvidó que hoy era el día debía poner en marcha la fase final del plan

Olvidó todo aún más cuando la niña que la otra vez habían ayudado cuando resbaló, se acercó a ellos para pedirles ayuda para construir un muñeco de nieve.

Sergio sin pensarlo fue corriendo a dónde estaba los demás niños, tomando y jalando de la mano de Max para que lo siguiera.

—¡Checo, Maxie!— chilló el pequeño Lando quién estaba en compañía de la cachorra, se acercó aferrándose a sus piernas con cariño — ¡Los extrañé mucho!.

—Oh cariño, Checo y yo también te extrañamos— dijo Max demasiado entusiasmado, agachándose para abrazar al niño, mientras Sergio observaba la escena, amándola.

¿Será que en algún momento formaría una familia junto a Max? Se atrevió a cuestionarse al tiempo que tomaba en sus brazos a Lando y lo cargaba sacándole tiernas risas.

Passion between betrayal | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora