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—¿Qué

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—¿Qué...? —Carlos lo miró dolido y enojado, jamás esperó algo así de su fiel amigo, no dijo nada más y comenzó a llamar a sus hombres.

No tardaron en llegar seis de sus colegas, dio la orden de que los sujetarán — Al alfa Verstappen quiero que lo lleven al calabozo, y Sergio... conmigo. —ordenó mientras se agachaba para recoger la joya. Y se la entregaba a uno de sus hombres para que la pusiera bajo protección

Sergio no luchó, tenía la cabeza gacha, Se sentía traicionado y dolía a horrores. Max ni siquiera lo veía, estaba planeando cómo liberarse de esos tres hombres que lo sostenían e irse

Carlos lo sostuvo del antebrazo con una fuerza que hizo doler los músculos de la zona, inmediatamente los orbes de Sergio se cristalizaron. Su mente apenas procesaba lo rápido que todo estaba sucediendo.

Se dejó arrastrar hasta que Carlos lo llevó a un lugar cerrado de su, por así decirlo; despacho, generalmente, ahí se realizaban pequeños interrogatorios, incluso algunas ejecuciones...

¿Iba él a ser sacrificado por poner en peligro a la manada?. Fue la pregunta que se instaló con dolor en su pecho.

—Siéntate, Sergio —pidió, no, exigió. Rozando la voz de mando, que sin saberlo, logró afectar al pelinegro.

Rápidamente acato la orden, pero no se atrevió a mirarlo a los ojos, incluso cuando él se inclinó para analizarlo con una furia que en años no había destellado en sus ojos.

—No te has defendido ante la grave acusación de Max, Sergio, ¿Qué me tienes que decir ante eso? —preguntó con rabia picándole los huesos.

Él estaba a nada de lanzarse sobre el alfa y desgarrar su cuello por la traición hacia su manada.

—C-Carlos... Y-yo, juro que no tengo n-nada que ver...—murmuró con ojos suplicantes, mientras las lágrimas comenzaban a bañar sus mejillas —No sabía n-nada, Y-yo...

—Ya no creo en tus palabras —escupió, —Si no has sido tú, ¿De qué otro modo pudo Max haber sabido donde se encontraba la joya?¿Y de dónde sacó las llaves? No tienes excusa ante eso. Debiste ayudarlo, ambos debieron ponerse de acuerdo para esto. Asquerosas escorias.

—¡Carlos, te lo suplico, créeme! —sollozo saliendo de su control —N-no sabía nada de las intenciones de Max, lo juro, por la Diosa Luna lo hago.

Carlos negó —No hay forma de que haya sabido algo, sin que tú se lo hubieses dicho. Lo hiciste, ¿No? —los ojos de Sergio volvieron a soltar lágrimas, sí, lo había hecho, —Siempre fuiste un idiota...

Tomó bruscamente a Sergio del cuello, estaba dispuesto a matarlo ahí mismo cuando miro su cuello, soltó una carcajada, con que eso era.

—Todo tiene sentido ahora —Lo soltó bruscamente —¿en serio caíste tan bajo? me das asco.

—Carlos... Por favor, perdóname —Carlos negó, jamás perdonaría algo como eso.

—No, es muy tarde, debiste pensar bien en tus acciones, ahora no eres más que un estorbo —lágrimas y más lágrimas caían por todo el rostro de Sergio. —No me dejas de otra, debes pagar por todo esto. Tú y ese alfa.

Passion between betrayal | ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora