capítulo XXI

671 69 54
                                    

Me levanté alterado, con mi respiración entrecortada, ojos acuosos y mis manos sosteniendo mi pecho, en un deplorable intento de calmarme.

De nuevo ese sueño.

Justo luego de la pequeña "charla" que había tenido con el poste en su oficina había caído rendido en la cama, sin siquiera cambiarme me acosté y me quedé completamente dormido, aún con esa costante sensación de alguien observándome.

Para este punto pensaba que eran solo simples paranoias mías, ya que todas las veces que algo así pasa volteó a escanear toda la habitación y nunca hay nada o nadie que expliqué el porqué de ese sentimiento. Le dejó de dar peso y me duermo profundamente.

Las manos con esas filosas garras se giran hacia mí. Como siempre, el cuerpo no es mío, nada de ahí me pertenece, ni siquiera estos extraños recuerdos.

Veo detenidamente como las filosas extremidades se aproximan, más, y más, y más...

Hasta que en un arranque brusco se incrustan en mis ojos, dejando una fuerte de negro brotar de ellos lentamente.

Luego de eso me despierto, sudando, y tallandome los ojos frenéticamente, mientras mi respiración se vuelve siempre más y más difícil de controlar, mientras mis manos tiemblan ante cualquier contacto y puedo aún sentir vividamente ese daño perpetuo en mis ojos, puedo sentir aún los fragmentos de esa alma corromperse mientras se parten como pequeños pedazos de cristal uno por uno.

Esa persona está sufriendo.

Es lo único que deduzco de ese sueño antes de bajar de mi cómoda cama frustrado, llendo a agarrar la primera remera que encuentro en mi armario y poniéndomela, para luego bajar al primer piso y encontrarme con un silencio abrumador, sin embargo, con el olor a podrido inundando la cocina.

Hola negro–oigo una carcajada antes de que me conteste.

Umh, hola mapache–me dice, con una sonrisa ladina y luego continúa comiendo como si nada.

Nunca has probado comida normal en tu vida weón?–le pregunto, bromeando mientras que me preparo un pan con jamón y queso y me sirvo un vaso de agua, bastante genial desayunar a las dos de la mañana.

Lo he hecho, cuando mi vida era normal–respondió con un toque sarcástico en la oración mientras continuaba a comer lo que deducía ser riñones

Y yo que pensaba que desde hace siempre que sos tremendo flaco con problemas mentales, boludo sos arto loquito del manicomio andante–estallé en risas mientras que el me miraba con una mueca, probablemente intentando imitar una sonrisa.

Me andas diciendo esto TÚ a MÍ? No jodas mapache–todo hubiera sonado muy tenso y propino a una pelea si no fuera que los dos sabíamos muy bien que solo bromeamos, y así, entre carcajadas e insultos varios pasamos lo que faltaban de horas de la noche, antes de que el sol empezara a aparecer.
Alrededor de las cinco yo me fuí a mi cuarto, lavando mi cuchillo y afilandolo, además de organizar unas cuantas cosas, estaba empezando a ser desordenado así que preferí darle una pasada.

Mi estrés ya no era tanto, se había aliviado bastante luego de pasar una madrugada entera en chistes y peleas estúpidas, que parecían de niños de cinco años pero le divertían y eso era lo que importaba.

Suspiré, recordando como hoy empezaría la interacción con los otros integrantes, ya habíamos excluido un buen par por lo que eso me tranquilizaba pero seguía siendo un completo dolor en el culo hacer todo eso, osea, tipo

Eww, interacción social, ewwww

Quien mierdas quería interacción social con tremendos psicópatas pelotudos?

Mi territorio (Slenderman x Jeff the killer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora