capítulo XIX

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No entendía el por qué del brotar de mis lágrimas, lágrimas ensangrentadas.

Ese no era yo.

Tenía muy en claro esa cosa. Mis manos... Yo no lograba distinguirlas, eran diferentes, todo era diferente, yo era diferente. Por más que secara esas lágrimas continuaban a bajar,

y bajar

Y bajar.

Empapando mis manos en un tono carmín. Las veía temblar incontroladamente cada vez que una gota caía en ellas, y a un cierto punto sucedió algo

Se estaban volteando? No, retorciendo.

Se retorcían hasta quedar con las uñas frente a mí, y me desperté, tocandome los ojos, y llorando

Los dedos, con esas filosas y largas uñas se habían aventado a mis pupilas, dejando a su paso un inmenso negro, mucha sangre descendía de los ojos

Unos ojos que no eran los míos.

M-mierda...–recobré el aliento solo luego de unos cuantos minutos de haber procesado ese sueño, o pesadilla, ¿quien sabe?

Solo decidí olvidarme de ello, de todos modos no podía ni recordar la forma de esas manos, ja, que irónico.

Mi rutina era siempre la misma, despertar a las 3 de la mañana, ir a ver si había algo en la nevera y regresar a mi cuarto con el estómago gruñendo, pero cuando regresé noté algo arriba de mi cama.

¿Alguien me había dejado comida? Wow... No me lo esperaba

Okay, es broma, es obvio que todos los de esta casa iban a estar a mis pies, me pregunto cual de las chicas ha caído a mis pies

Mi arrogancia nunca podía faltar, y se sabía. Antes de probar la comida decidí examinarla bien. No parecía tener nada fuera de lugar, ni siquiera cuando la olía. Era un pedazo de carne abundante, con ensalada, y sin muchas especias.

Dí un primer mordisco

Y noté cuanto me había faltado el probar comida buena y no solo enlatados y cosas robadas de tiendas

Dios, esto sabía a gloria pura...

Lloriqueé ante lo bueno que estaba y no me importó en lo absoluto si estuviese envenenada o no. Si tenía que morir de algo pues que fuese de esto!

Me acosté en mi cama no sin antes haber dejado el plato en el comodín más cerca y regresar a dormir, con la barriga llena y con el persistente pensamiento y duda de quién era el que me había ofrecido ese tan delicioso manjar.

No me importaba, solo decidí ser feliz sin tener que dejar el cerebro en estúpidas paranoias de mi mente.

.

.

.

Eran las 12:39 de la mañana, ese sueño de nuevo... Ya se me había hecho costumbre empezar a soñar algo y luego repetir el mismo sueño como 4 veces más, y seguidas, pero esta vez no cambiaba ni de una coma, lo único que cambiaba era que yo lograba fijarme en más cosas. Me despertaba, notaba las cadenas en mis muñecas y continuaba a secar mis lágrimas de sangre, hasta que mis manos empezaban a retorcirse y llegar al punto de quedar justo frente a mis ojos, que no se podían cerrar, ahí terminaba el sueño, con "yo" que me perforaba los ojos y me despertaba llorando a mares, recordando todo, con siempre aún más detalle de antes.

No pensé que mis ojeras podían llegar a agrandarse y volverse aún más negras, sí, exacto, adivinaron amiguitos

Ahora tenía insomnio.

Mi territorio (Slenderman x Jeff the killer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora