Cap. 10

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NARRADOR OMNISCIENTE

EN LA COCINA

Jacinta y María estaban hablando en privado.

- ¡Intento de asesinato! -le reprochó -¡Y te has fugado de un psiquiátrico! Pero tú.. ¿tú qué tipo de persona eres?

Jacinta susurraba exclamando, no quería alzar la voz para que nadie se enterarse.

- ¡No estoy loca! Ni soy una asesina. -le aseguró la mujer.

- Pues a mí me parece que sí -le contestó sacando la foto que le habían entregado los policías- , ¿o me vas a decir qué no eres esta?

La morena soltó un suspiro.

- Vienes aquí.. contando milongas sobre hijos perdidos, y luego eres una delincuente.

- Por favor, te juro que lo de mis hijos es verdad. Jacinta, mírame, ¿¡tú me ves capaz a mí de matar a alguien?! Fue mi novio el que cometió el crimen, y me lo endosaron a mi.

- Tu novio.. ¿el qué había vendido a tus hijos?- cuestionó esta, sin creerse una palabra. - ¿Y lo del psiquiátrico..?

- Si yo entiendo que es muy difícil de creer, pero.. me mandaron allí porque el juez dijo que sufría una imaginación mental transitoria. Jacinta, por favor, créeme. Deja que me quede, necesito conocer a mis hijos, no me denuncies.

- No -la cortó la anciana- , no te voy a denunciar, pero lo que vas a hacer es marcharte de aquí.

- Jacinta, por favor..

- Lo siento -la cortó-. No puedo asumir la responsabilidad de.. de que te quedes en el colegio.

María salió de allí con los ojos cristalizados.

Y en ese mismo instante, Fermín entró por la puerta.

- ¿Qué le pasa?

- La he despedido, no me preguntes más.

EN LA NOCHE

Marcos leía un libro en su cama, con tan solo una luz encendida.

De repente oyó como tocaban la puerta.

Y de esta se asomó Amelia.

-¿Estáis los cuatro? -preguntó esta.

Amelia miró a Marcos, este asintió.

Y luego miró las sábanas tapadas en las camas de los demás, donde supuso que estaban durmiendo.

- Que descanséis.

Cuando esta se fue, Marcos sacó su almohada de las sábanas de Iván.

Amelia se dirigió al cuarto de las chicas.

Que este casualmente les pillaba en frente, gracias a un arreglo que le pidió Marta a su padre. Los chicos tenían el siete y las chicas el ocho.

Amelia tocó la puerta y luego entró.

- ¿Estáis las tres? -les cuestionó.

Desde su cama, Marta asintió con la cabeza.

- Que descanséis, adiós.

- Igualmente, Amelia. -le contestó la chica de las trenzas.

Y Vicky le hizo un ademán con la mano para despedirse.

Cuando cerró la puerta, Victoria se puso en pie para asomarse debajo de la cama.

- Ya, sal. -le susurró a Cayetano, este salió de debajo de su cama con ayuda de Victoria.

Los Misterios de la Laguna Negra (CORREGIDA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora