Cap. 9

247 12 0
                                    

NARRADOR OMNISCIENTE

EN LA BIBLIOTECA

Héctor les estaba contando un cuento a los más pequeños.

— Abuela, ¡qué dientes más grandes tienes! Entonces el lobo dijo.. —entonaba este lo que leía.

— ¡Son para comerte mejor! —chillaron a coro los niños.

— Se abalanzó sobre Caperucita.. ¡Y se la comió! —el director se acercó a una niña y con una de sus manos empezó a hacer como si le estuviese dando bocados— ¡Ñam ñam ñam!

Los niños se rieron.

— ¿Alguien sabe cuál es la moraleja de este cuento? —preguntó Héctor en general.

— ¿Qué es una moraleja? —le cuestionó Paula al director.

—Una moraleja es un consejo en los cuentos que hay para los niños, ¿qué es lo qué nos enseña este cuento?

Evelyn levantó la mano y Héctor asintió, indicándole que hablase.

— ¿Qué el lobo tenía mucha hambre? —dudó la rubia.

— Bueno, sí, sí sí. Es que los lobos siempre tienen mucha hambre, hay que tener cuidado con ellos porque te pueden engañar.. ¡Para comerte!

Héctor se acercó a un niño a su lado y empezó a hacerle cosquillas a este.

En ese instante, Paula se acercó a la ventana y miró por ella.

— Paula.. ¿Paula? —le llamó la atención Héctor.

Por otro lado, los de cuarto habían vuelto de educación física.

Y ahora estaban trotando por la entrada.

— ¡Venga, que tenéis dieciséis años y corréis como artríticos! —le gritó Pedro a sus alumnos.

— ¡Profe, que yo tengo quince todavía eh! —bromeó Marta, parándose junto a Mateo.

— Claro, eres una renacuaja pa' lo que quieres. —le contestó Mateo, poniendo su pulga en la mejilla de esta.

La chica rápidamente le apartó la mano.

— ¡Vamos a ver! ¡Marta y Mateo, a las duchas! ¡Qué oléis a cuerno quemao'!

— Unos más que otros. —se burló el castaño, poniéndose la mano en su nariz mientras miraba a Marta de reojo.

La chica resopló y le hizo una mueca, luego ambos se fueron.

Marcos, que estaba detrás de estos, vio a su hermana correr hacia él.

— ¡Marcos!

— Paula. —habló el gallego, con una sonrisa y agachándose para quedar a la altura de ella.

— Es que he visto al gnomo por la ventana, ¿por qué no le pedimos los dos muy fuerte que nos traiga a papá y a mamá? —le preguntó la rubia.

Justamente cuando Marcos le iba a contestar, Héctor apareció detrás de la niña.

— Paula, vuelve a clase. —habló este.

La niña le hizo caso y se fue, pero antes de que el adulto también se fuese, Marcos se puso en pie.

—¿Qué pasa? —le preguntó Héctor, al ver la cara seria del gallego.

— Pues pasa que ahora mi hermana ve gnomos por todas partes y que cree que van a cumplir sus deseos. ¿Cómo lo ve? —le contestó de forma molesta.

Héctor frunció el ceño.

— Los niños tienen muchas fantasías, eso no es malo, les protege de la dura realidad. —habló este.

Los Misterios de la Laguna Negra (CORREGIDA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora