Cap. 16

407 18 2
                                    

NARRADOR OMNISCIENTE

EN LAS CUADRAS

Jacinta y Antonio contemplaron el desastre.

Fosco, uno de los caballos había sido herido gravemente.

— Tiene que haber sido un lobo o un perro salvaje..

— Los lobos no saltan muros de dos metros y los perros menos, ni abren puertas, Jacinta. -le respondió el hombre.

Antonio se fue por unos instantes y volvió con una escopeta.

Marcos, que estaba detrás de una de las cuadras observó todo esto, extrañado.

— Ya sabes lo que tienes que hacer, disparar al cadaver —oyó como le decía Jacinta al guardabosques— . Y ni se te ocurra comentar esto con nadie.

Un tiro que se oyó por todo el internado.

Y Marcos rápidamente se fue de allí.

EN LA SALA DE PROFESORES

Pedro y Héctor estaban solos en aquella sala, el primero se estaba echando un café.

Mientras que Héctor se comía la cabeza una y otra vez buscando un regalo para Jacinta.

— Oye, ¿tú te fías poner en internet el número de la tarjeta de crédito? —le cuestionó Héctor a Pedro.

— Hombre.. yo no me fio ni de mi madre, pero como aquí vivimos en el culo del mundo es la única cosa para tirarse a comprar algo.

— Ya..

Héctor tecleó un poco, hasta que habló.

— Le he pedido a Elsa que se case conmigo.

Pedro dejó el café.

— Es eso lo que tú quieres ¿no? —Héctor asintió— ¡Pues enhorabuena, ven aquí, coño!

Ambos se dieron un abrazo.

— Después de diez años algún día tendría que ser ¿no? Una cosa importante, no se lo comentes a nadie, en serio, eh. No queremos que se sepa hasta que tengamos fecha.

— Vale..

Justamente después de decir esto, por la puerta entró Amelia, la profesora de infantil.

— ¡Enhorabuena, Héctor! ¡Qué bien! —exclamó, dándole un abrazo.

Abrazo que Héctor no correspondió, se había quedado petrificado al saber que se había enterado.

— ¡Me alegro por vosotros!

Héctor se obligó a si mismo a sonreír.

Pero al irse la rubia, el director se sentó en una silla.

— A nadie.. —se burló Pedro con una sonrisa.

— Eh eh, se lo habrá comentado Elsa, como yo te lo he comentado a ti.

— Mira, Héctor.. hasta ahora tu eras un tío independiente, con tu puntito de señorito inglés, tenías..

— ¿Ah, sí? —le cortó.

— Sí, tenías.. pero a partir de ahora, vas a entrar en el maravilloso mundo de los casaos. Así que ve haciéndote a la idea de que cosa que le digas a tu mujercita, cosa que sabra hasta la otra punta del mundo.

Los Misterios de la Laguna Negra (CORREGIDA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora