[ 18 ]

136 24 1
                                    

Mi relación con Tara después de que rompimos, hace dos años, ha sido más caótico de lo me imaginé.

Intentamos llevarnos bien frente a los niños, pero no me tolera y yo a ella tampoco. Es increíble como todo el amor que tenía por Tara se convirtió en indiferencia.

Pero hay días donde nos olvidamos de todos y todo, es como si esos sentimientos negativos que nos tenemos desaparecen y volvemos a ser los mismos dos enamorados de antes.

Es tan complicado que me revienta la cabeza cada vez que lo pienso ¿por qué es tan difícil estar con ella? Era más fácil cuando solo era su amante, su juguete favorito mientras Tara fingía ser la esposa perfecta.

Además de que está en una especie de relación con el jefe, se dejan ver en lugares públicos, tomados de la mano y Mikey se ríe de los chiste de Semele, como si si fueran divertidos.

En cambio yo tengo mis propias mujeres, unas más bellas que otras. Pero ninguna digna de que le presente a mis hijos, algunas han insistido, pero en primera Tara nunca dejaría que ellas se acercaran a los niños y en segunda no las quiero metidas más allá de mi cama.

Mi único problema es Luca, ya me ha dejado de decirme papá, se ha vuelto distante y mal humorado. De hecho se parece a mi cuando tenía su edad. No puedo obligarlo a llamarme como lo que realmente soy, pero me da lo mismo, prefiero eso a no tenerlo cerca de nuevo, creo que no toleraría volver a dejarlo.

Tara o Semele, últimamente me es difícil diferenciar con cual de las dos estoy hablando, me citó en la casa. No me dijo mucho, solo que era algo relacionado con las gemelas.

Entré por la puerta principal de la mansión, pero en lugar de ir a su oficina pasé por el cuarto de juegos de los niños. Monic y Myrella estaba con unos preciosos vestidos de las princesas de Frozen, jugando al té con unos botes de juego y pastelillos de colores.

-¡Papi!- gritaron las dos cuando me vieron.

-¡Vengan princesas!- ellas corrieron a mi, dándose pequeños empujones para llegar primero que la otra. Me agaché lo suficiente para tomar a cada una en mis brazos. Apenas tienen los tres años, pero su desarrollo ha sido acelerado -¿cenicienta?- Le pregunté a Monic.

Ella soltó una pequeña risita y negó con la cabeza.

-No papi, es Elsa- respondió su gemela.

-Ya lo veo ¿y tú eres aurora?

-Nooooo, también soy Elsa.

-Creo que ya necesito lentes.

-¡Siiii!- contestaron animadamente ambas. Cuando las estaba poniendo de nuevo en el suelo, entró Luca al cuarto.

Parecía fastidiado y molesto.

-Ciao, Sanzu- me saludó en un italiano muy fluido, casi perfecto.

-Ciao, ¿ya Comiste? Puedo mandar a traerte soba, sé lo mucho que te gusta.

-No gracias- dijo mientras sacaba unos coches y los ponía en su pista de carreras

-Luca- lo llamó Monic -¿Por qué no le dices papá?- preguntó inocentemente.

-Porque yo no tengo papá- lo dijo de la forma más natural, como si le preguntaran cual es su color favorito.

-Yo te puedo prestar el mío, para que tú también tengas- se adelantó a contestar Myrella.

-No digas tonterías Myrella- no me gustó para nada el tono que usó con su hermana, quiero creer que no lo hizo con la intención, pero me irrita tanto que sea tan parecido a mi, quiero que sea mejor de lo que fui. Que proteja a sus hermanas de la forma en que yo no pude proteger a la mía.

Blood In The WineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora