"Yo me voy contigo", dije con determinación, mirando a Sara y luego dirigiendo mi mirada hacia Alex. "Sube tú, tienes obligaciones aquí, nosotras no".
"Sí, Alex, no pasa nada", afirmó Sara, asintiendo con seguridad. Alex asintió de nuevo y presionó el botón del ascensor una vez más. Mientras esperábamos, decidimos quedarnos en la planta baja y coger uno de los coches de la familia de Sara, ya que tenían chofer y ninguna de las dos estaba en condiciones de conducir. Aunque yo tenía licencia para conducir, Sara estaba en proceso de obtenerla y nunca es un buen momento para que yo conduzca créanme.
Finalmente, llegó el ascensor y las puertas se abrieron. Alex nos miró a las dos, abrazó fuertemente a su hermana y a mi me dedicó una leve inclinación de cabeza como agradecimiento. Supuse que no sabía cómo expresar su gratitud, pero para mí, su gesto fue suficiente sinceramente no esperaba más de Alexander King. Se montó en el ascensor, y en ese momento, sentí una sensación de nostalgia. Me gustaba compartir tiempo con él, pero nunca sabía cuando le volvería a ver. Decidí no mirarlo más hasta que las puertas del ascensor se cerraran, y cuando finalmente lo hizo, miró hacia el suelo, evitando nuestros ojos.
Sara se despidió con un gesto de la mano mientras las puertas se cerraban, y en ese instante, subí la mirada y se me ocurrió una fantástica idea. "¿Por qué no vamos a comer una salchi?", sugerí con una sonrisa en el rostro y como no ella aceptó con entusiasmo, saltando de emoción. Me cogió de la mano, y juntas nos dirigimos a la zona del estacionamiento.
Al llegar, Sara proporcionó el número de matrícula del coche familiar que necesitábamos. El empleado del estacionamiento fue muy amable y en cuestión de minutos, un impresionante Rolls Royce se detuvo frente a nosotras. Era una limusina lujosa y elegante, no podíamos esperar menos de esa familia.
El chofer salió del coche y nos saludó inclinando la cabeza. Rápidamente se colocó en la puerta del coche y la abrió con gracia. Sin embargo, lo que vino a continuación nos sorprendió por completo. Antes de que pudiéramos girar la cabeza ya que él saludo a una persona, el chofer dijo, "Buenas noches, señor".
Mi corazón dio un vuelco al escuchar esas palabras. ¿Qué hacía Alex aquí? Y sobre todo, ¿qué hacía sin su novia? Las preguntas se acumulaban en mi mente mientras mis pensamientos se revolvían.
El chofer se apartó y, para nuestra sorpresa, Alex estaba parado justo detrás de nosotras y sin su novia a su lado.
"¿Alex?" balbuceó Sara, sin poder ocultar su sorpresa.
"No me iba a sentir tranquilo hasta no verlas en casa con mis propios ojos, subí y hable con Helena y tu padre Mia" dijo con su voz imponente llena de seguridad.
Sus palabras resonaron en el aire, y pude ver la genuina preocupación en sus ojos. Alex podía ser un tanto complicado, pero en ese momento, era evidente que su cariño y cuidado hacia su hermana eran verdaderos.
Sara se abalanzó hacia él y lo abrazó con fuerza. "Gracias", susurró, y una lágrima escapó de sus ojos.
"Vamos", respondió Alex, devolviéndole el abrazo con ternura. Una vez en la limusina, Alex tomó el asiento frente a nosotras, dejándome al lado de su hermana. Nos acomodamos en el lujoso coche, y apenas cerraron las puertas, Sara soltó una pregunta que rompió el silencio: "¿Eso significa que las salchis son para otro día?"
Alex frunció el ceño ante la inusual solicitud, y yo no pude evitar sonreír ante la ocurrencia de Sara. "Supongo que sí," respondí, restándole importancia a la situación. Alex optó por ignorar el comentario, lo que pareció ser una decisión acertada, ya que Sara se recostó en mi hombro y cerró los ojos, quedándose dormida en cuestión de minutos.
La amplitud de la limusina permitió que Sara se acomodara cómodamente, estirándose en los asientos con su cabeza descansando en mi regazo. De manera instintiva, comencé a acariciar su cabello suavemente.
Mientras tanto, Alex estaba absorto en su móvil, tal vez ocupándose de algún asunto relacionado con el trabajo o enviando mensajes a su novia. Decidí no sacar mi teléfono, evitando cualquier molestia para Sara y aprovechando el momento para reflexionar.
Me di cuenta de lo mucho que me importaba Sara y sé que es algo que debe de ser evidente cuando se trata de mejores amigas pero hoy me he dado cuenta de cómo había asumido el papel de una figura familiar cercana para ella. Cuando estaba mal todos los de su entorno siempre acudían a mí, como si supieran que estaría ahí incondicionalmente. Me había convertido en su confidente, su hombro para llorar y su compañera en los buenos y malos momentos. Por ese motivo cuando ella está mal no avisa a ningún miembro de la familia King. Me avisan a mi porque saben que da igual como este yo o donde este, siempre estaré ahí. Y es algo que solemos asociar con la familia, al menos la mía es así. Pero ni Sara ni Alex han contado con esa suerte.
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Entre Sombras
ChickLitEn el mismo mundo nacieron, un lienzo que moldearían con el tiempo a su antojo. Entre sombras, sus vidas se entrelazaron en un juego peligroso.