° Capítulo 7 °

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—Noah —murmura mi nombre con voz ronca.

—¿Qué estamos haciendo? —replico sin moverme.

Estaba a punto de regresar a mi cama cuando Levi se levantó jalándome de un brazo. Ambos caímos en la cama. Yo encima de él.

—¿Pasar el rato? —dice con un claro tono de duda.

—Vaya forma de hacerlo —trago saliva y lo miro a los ojos, el color azul de sus ojos podría confundirse con un gris muy claro—. ¿Crees qué...? —dejo la pregunta al aire.

—Honestamente, no lo sé, pero podemos averiguarlo —una de sus manos pasa por mi rostro, acariciándolo con suavidad. El tacto de sus dedos fríos me produce un escalofrío y eso parece asustarlo, pues aparta la mano rápidamente.

Extiendo mis manos para pasar por sus brazos hasta llegar a su pecho, juego con el cuello de su camiseta. En un arrebato, lo jalo de los hombros para que se siente y yo me acomodo a horcajadas sobre él.

Mis manos tantean en el pecho de Levi, sintiendo la forma de sus pectorales, luego bajan a su abdomen, sintiendo sus líneas marcadas. Levi posa sus manos en mi cintura, sus ojos penetrantes no se apartan de los míos. Noto que una de las venas de su cuello se marca ante la tensión, decido acercarme a su rostro, mis labios rozan los suyos.

—Quizás podríamos empezar así —le doy un beso en la frente, luego uno en su nariz y uno en cada mejilla. Levi me observa con diversión y repite mi acción, sin embargo, al final añade un beso en la comisura de mis labios.

Levi esconde su rostro en mi cuello para empezar a plantear besos silenciosos, sus labios sobre mi piel me hacen estremecer. Inclino mi cabeza hacia atrás para que tenga mejor acceso. Mi corazón late desbocado en mi pecho, como si estuviera a punto de salirse. Era prácticamente imposible que Levi no lo hubiese notado aún. Como si supiera lo que estoy pensando, se acerca a mi oído para susurrar:

—Puedo escuchar los latidos desbocados y me da satisfacción saber que yo soy la causa de ellos.

Estuve a punto de estampar mis labios contra los suyos cuando un ruido que provenía de afuera captó la atención de ambos. Volteé a mirar a Levi, tenía la mandíbula apretada, soltó mi cintura, pasó una mano por su cabello y me dedico una sonrisa fugaz.

—¿Adónde vas? —pregunté en un murmullo.

—A averiguar qué es.

—¿Es necesario?

—Podría ser un oso.

—¿Los hay en esta zona?

Él asiente con la cabeza, me levanto tambaleante, sin poder evitar sonrojarme al recordar lo que acaba de ocurrir. Íbamos a besarnos. Dios mío, ¿a qué punto de la locura he llegado?

—Tranquilízate, hubieras tenido que hacer mucho más que solo provocarme para ganarte uno de mis besos.

—¿Hay que ganarlos? —me descubrí a mí mismo siguiendo su estúpido juego.

Levi no responde, permanece quieto en su sitio mientras observa la puerta, pone uno de sus dedos sobre su boca, indicándome que guarde silencio. Él camina hasta tomar el pomo de la puerta, lo gira con cuidado para no hacer ruido. Asoma su cabeza un segundo y cierra la puerta con rapidez. O al menos parecía que había cerrado la puerta.

—¿Qué hay afuera?

—Es Lucas —dice con la voz temblorosa.

—¿Qué pasa?

—Trae una navaja.

La puerta se mueve, dejando ver la silueta de un chico joven, de la misma estatura que Noah. Levi gira para quedar frente a él, su respiración es casi tan agitada como lo estaba hace unos instantes, cuando yo estaba encima de sus piernas.

Amnesia [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora