° Capítulo 17 °

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Llevaba dos semanas sin saber nada de Levi. Literalmente, nada. No había recibido ningún mensaje suyo, pues mi bandeja de notificaciones estaba vacía. Tampoco lo encontré en el parque, incluso estuve batallando durante 40 minutos para poder trepar al árbol y comprobar si estaba ahí metido, pero ni siquiera un alma descansaba sobre las ramas.

Una parte de mí estaba molesta con él por no dar señales de vida, no obstante, la parte de sentirme preocupado por esa misma razón le sacaba una notoria ventaja a la anterior.

Las preguntas invadían mi mente todos los días, solo se esfumaban cuando me veía obligado a concentrarme en terminar mis tareas. Por otro lado, no solo me estaba consumiendo la angustia por no saber de él, también me tenía nervioso el hecho de no poder aclarar mis sentimientos.

Estaba seguro de sentirme atraído hacia Levi, no solo por su aspecto físico, sino también por su personalidad y a mis padres igual les agradaba. Ambos aceptan mi sexualidad y no tienen problema alguno si entablo una relación con él. Nos hemos besado y hemos tenido una cita. Él mismo me ha dicho que me quiere. Entonces, si todo pinta de maravilla, ¿cuál es el problema?

Quizás no quiero terminar con el corazón roto, pero sé que estoy dispuesto a intentarlo con Levi. Esta razón es la causa principal por la que no comprendo mi cobardía.

Normalmente me genera pánico expresar mis emociones por miedo a salir herido, pero con Levi no siento nada de ese tipo. Con él es totalmente diferente y a pesar de que sea así, aún no puedo definir mi forma de sentir.

Observo el techo de mi habitación mientras mi mente intenta atar los hilos de la situación para llegar a una conclusión lógica de por qué no tengo el valor suficiente para arriesgarme.

Unos segundos después, escucho la vibración de mi celular. La pantalla se enciende dejando ver un mensaje, y, efectivamente, viene de la persona que estaba dando vueltas en mi cabeza.

Hola. Lamento no haber escrito antes. Tuve una situación familiar delicada.

Dudo un momento en contestar, lo justo sería hacerlo esperar al menos un par de horas o solo unos minutos, pero las ganas de hablar con él me sobrepasan.

Hola, ¿está todo bien?

Sí, ya no hay de qué preocuparse. Excepto de una cosa.

¿De qué cosa exactamente?

Tengo algo importante que mostrarte, pero primero, ¿estás libre hoy en la noche?

Pues sí, no tengo nada que hacer.

De acuerdo.

Entonces, ¿qué es?

Averígualo más tarde.

Qué aburrido.

¿No te interesa?

Claro que sí, solo que no me agrada cuando el contexto se queda a la mitad.

Bueno, te daré una pista.

Dímela.

Arréglate. Paso a recogerte a las siete en punto.

Está bien, señor mandón.

Amnesia [EN PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora