El Enemigo interno, Parte uno

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Byleth seguía inquieta. Pero tenía que dejar esos sentimientos en un rincón muy alejado de su mente, de su corazón. Y es que ahora ya podía reconocer que tenía algo similar a un "corazón". Si el llegar a la academia le había ayudado a abrirse como persona y no sólo como guerrera, ese mes desde que conoció a Ernest hizo que Byleth no sólo derritiera el hielo, sino que floreciera algo extraño en ella. Pero ella debía aplacarlo no había otra cosa que hacer.

—¿Me estás escuchando, Byleth? —alguien le preguntó a Byleth, quien se encontraba ensimismada.

—Eh... Sí, claro Gilbert. Discúlpame.

—¿Te aqueja algo? —preguntó el veterano—. Como te decía, debemos tomar la ruta hacia Ernmas, al sur del Reino. Luego, podemos continuar hacia Connal, en el Ducado de Fraldarius. Por ahí está la torre que ha tomado Miklan y sus subordinados.

—Perfecto —respondió la profesora, con su expresión seria—. También había analizado tal ruta. Es bueno confirmar ello contigo, ya que conoces bien el Reino.

—Cuando digas, partiremos, Byleth. Pareciera que los preparativos están terminados.

Claro que ya estaba listo. Ernest apuró las cosas. Algo lo tenía inquieto. Quería cerciorarse de inmediato de lo que lo hacia sentir tan extraño. Byleth vio la escena, y sin dejarse sacudir más por su estudiante, ordenó a todos que se dispusieran en sus carrozas correspondientes.

Ella se subió a la carroza con Gilbert, así como junto a otros oficiales y guardias más experimentados. De pronto, Claude también se subió, justo antes que toda la comitiva partiera.

—Hola, querida profesora —dijo él, con su habitual sonrisa juguetona—. Me parecía importante ir con usted al menos un tramo. Necesitamos discutir varios detalles de la misión.

—Perfecto, Claude —respondió Byleth con tranquilidad—. Eres más que bienvenido a ir con nosotros si es que eso deseas.

Claude estaba allí para ver la reacción de su profesora a ese encuentro íntimo con Ernest. Si bien también quería ver asuntos de la misión para así canalizarlos con sus compañeros, consideraba que la situación con su nuevo estudiante podía amenazar en cierto grado la concreción de la misión. O al menos quería hacer algo para evitarlo.

—Parece que Ernest y usted pudieron cargar gran parte de las provisiones solos —dijo el heredero a Archiduque, disimulando lo más posible—. ¿Cree que tienen una fuerza parecida?

—No lo sé, Claude —respondió ella—. No creo que sea importante ahora hablar de eso.

—Claro que no lo es todo —agregó Gilbert, uniéndose a la conversación—. La fuerza física es sólo una parte de lo que se necesita para ser un buen guerrero. La experiencia se lleva una fracción mayoritaria en la escena.

—Uhm... Bueno —dijo Claude, sintiendo que no podía avanzar más.

—Lo que he visto en los entrenamientos, al menos, me dice que él tiene fuerza y sabe usarla a su favor —dijo la profesora, mirando al suelo—. Supongo que con eso basta para un estudiante de su edad y grado de experiencia.

Claude se quedó mirando a Byleth. Seguramente ella sabía bastante de la fuerza de ese sujeto. Por algo se habían enfrentado. No vio el duelo en sí, pero al menos vio cómo hablaban los dos al día siguiente de ese episodio.

Mientras tanto, Ernest estaba en el mismo carro que Hilda y Marianne. La chica de cabello rosa conversaba animadamente con su amiga mientras miraba de reojo al muchacho. Tenía unas ganas enormes de que él mismo le hablara a ella, pero parece que el estudiante nuevo estaba ensimismado.

Luz y Oscuridad: Una historia de Fire Emblem Three HousesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora