—¡Aria, despierta! —escuché los gritos lejanos de Calleigh.
—un ratito más —dije en un susurro casi imperceptible.
—¡ARIA, ARIA, ARIA!
Estuve cerca de lanzarle mi almohada.
—¡QUÉ! —grité, molesta.
Vale, tenía que calmarme.
—¡Levántate! —volví a gritar —vamos a llegar tarde al devocional en casa de Simón.
Me levanté de golpe, asustada.
—Es verdad —me golpeé la cabeza con mi mano —lo había olvidado.
Había llegado rendida del instituto que me quedé dormida, seguramente mi mamá le abrió la puerta.
Le volvieron a cambiar el horario de los turnos en el hospital.
Me fuí al armario, busqué algo que ponerme, preferiblemente cómodo.
Opté por un jersey rojo, un jean negro y unos tenis blancos.
Salimos rápido de casa, íbamos tarde.
Cuando llegamos a casa de Simón nos abrió su mamá, pasamos al interior de la casa, justo cuando nos asomamos a la puerta de la sala, todo el mundo nos quedó viendo.
Jack reprimió una sonrisa burlesca. Tiene el don de ser serio, salvo cuando se trata de burlarse de Calleigh y de mí.
Desearía odiarlo, pero no puedo. Es mi único amigo.
—Hola —saludé agitando mi mano.
Y, por alguna razón, TODOS se rieron. Tengo esa costumbre de agitar mi mano para saludar y despedirme, siempre. Creo que nuestras caras eran de vergüenza.
—Pasen chicas, las estábamos esperando —Simón nos sonrió.
Y ví a Jack que nos quedó viendo con una cara extraña, a las dos.
Supongo que su lado sobreprotector salió a la luz.
Una vez, un chico se acercó a Calleigh con intenciones amorosas, él lo invadió de preguntas hasta cansarlo, el pobre chico jamás se le volvió a acercar a mi amiga, no sé que le dijo, pero supongo que le dejó un trauma.
Nos sentamos en los sillones, habíamos un grupo de diez jóvenes.
Una de las chicas dió inicio al devocional, leyó una lectura de la Biblia y posteriormente, hizo una breve oración.
Luego de cantar unos coros alegres le tocó a Simón dar el mensaje.
—Dios les bendiga a todos —comenzó —vamos a leer en el segundo libro de Reyes 4:1-7.
Todos buscamos en nuestras Biblias y empezamos a leer todos juntos.
—Voy a hablarles bajo el pensamiento "La suficiencia de la gracia". La Biblia dice que había una mujer que era viuda de uno de los hijos de los profetas, ésta mujer se encontraba endeudada y su única esperanza, que eran sus hijos, estaban apunto de ser tomados por el acreedor.
Me erguí en mi lugar para estar más cómoda.
—Ésta mujer le declaró lo que estaba viviendo al profeta de Dios. El profeta le dijo: ¿Qué te haré yo? Como representante de Dios, le abrió la puerta para que pidiera. Era tan pobre que no tenía nada en su casa, salvo una vasija de aceite.
Esto se ponía interesante.
—Como jóvenes, debemos seguir el ejemplo de ésta mujer. Quiero que noten lo que hizo, para que cuando necesitemos cualquier cosa, podamos ver la gracia de Dios obrando. Primero hizo una confesión de pobreza. Supo a quien acudir y confesó toda la verdad, muchas veces nosotros somos orgullosos y no queremos reconocer que necesitamos a Dios, que necesitamos pedir su unción, necesitamos pedir que nos dé deseo de buscarle, cuando realmente estamos necesitados, sólo queremos hacernos los fuertes porque somos jóvenes. Sólo aquellos qué creen que no tienen necesidad de nada son los excluyen al Salvador de sus vidas.
Esto es puro fuego. Anotaré esa frase. Simón tiene un gran don.
—No excluyas a Dios de tus decisiones porque El quiere derramar Su gracia en tu vida.
»En segundo lugar, obedeció. Cuando el profeta le dijo que fuera a pedir prestadas vasijas vacías, no pocas, ella fué sin protestar. Dios hoy te llama a obedecer Su palabra, que no te dejes llevar por la corriente de este mundo, que no busques agradar a las personas, a tus "amigos". Busca agradar a Dios...
Todos los presentes estábamos escuchando con atención, algunos anotaban en sus cuadernos a medida que Simón avanzaba.
—Y en tercer lugar, ella cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos, mientras ellos traían las vasijas, ella echaba el aceite. Esto es trabajo en equipo. Invirtió lo poco que tenía para tener ganancias. Y eso es lo que precisamente muchos de nosotros no queremos, invertir tiempo, Dios necesita que tengamos intimidad con Él. Dios solamente podrá llenar vasijas que estén vacías de su propio yo. Hay que evitar la influencia o distracción de afuera, y eso ocurre cuando te encierras a solas con Él, con el Espíritu Santo. Es "el milagro detrás de la puerta".
Algunos de los chicos estaban llorando de la presencia de Dios. Otros, levantaban sus manos y daban gloria a Dios.
—Saben —hizo una pausa —lo que faltaba en esta casa no era el aceite, sino las vasijas. No dejes que el aceite deje de fluir en tu vida, porque habiendo aceite, Dios proveerá de vasijas vacías, vasijas que estén dispuestas para ser llenas de Su Espíritu. Las bendiciones de Su gracia son demasiado preciosas para ser derramadas y perdidas donde no haya una vasija vacía de un corazón necesitado. El aceite les salvó de la deuda y de la esclavitud, y no sólo eso, también les sirvió de sustento a la familia de ésta mujer. Termino diciendo: si tienes una necesidad, no dejes de pedir a Dios, Él quiere llenarte, siempre que tú estés dispuesto a solicitar su ayuda y confesar tu necesidad, de cualquier área de tu vida. Su gracia, es suficiente. Es abundante.
Todos aplaudimos.
Después pasó Jack a ministrar con la alabanza, la presencia de Dios se derramó en todo el lugar.
Al finalizar, todos nos despedimos y salimos de casa de Simón.
Jack y Calleigh me dejaron en la entrada de mi hogar.
Las luces estaban apagadas, estoy sola, otra vez.
*****
¿Les gustó el mensaje de Simón? ¿Qué fué lo que más les impactó?
Saludos y bendiciones a todos 🥰
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AMANDO EN SILENCIO ©
Teen FictionAria es una chica cristiana que se enamora de Owen, ella lo conoció en un concierto que se realizó en una iglesia a la que ella estaba invitada. Pero hay un problema, Owen vive en otra ciudad y no hay muchas posibilidades de que ella lo vuelva a ver...