Capítulo 13

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Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.
Éxodo 20:12

°°°

Hoy me vine del colegio lo más rápido que pude, mi mamá me escribió que fuera a ordenar la casa porque tendremos visitas.

Seguro son algunos colegas suyos, debe ser algo importante porque jamás los había invitado a casa, a cenar.

En el camino me pongo los audífonos y reproduzco algunas canciones de mi cantante favorito del momento.

Es difícil elegir uno solo, por eso le llamo "favorito del momento". Voy tan inmersa en la letra de la canción de Phil Wickham, Reason I sing.

Jack anda en sus días serios, de por sí ya lo es, pero anda rarísimo. Espero que todo esté bien con el. Calleigh anda feliz con su... Novio. Hoy no les hablé mucho.

Ya en casa, me saco el uniforme, me pongo algo cómodo para limpiar. Ordeno la isla de la cocina, limpio el piso, acomodo los cojines del sofá que están en la sala, y me voy a ordenar mi cuarto. Hoy en la mañana se me hizo tarde y no tuve tiempo de limpiarlo.

Después de haber limpiado todo, terminé sudando a mares, me metí a la ducha para darme un refrescante baño.

Salgo envuelta en una toalla, me paro frente a mi armario con un dedo en la barbilla, intentando elegir qué ropa usar.

Al final, me decanté por un vestido blanco con florecitas pequeñas por todos lados, en amarillas; unos converse grises y mi cabello suelto, mojado.

Mi mamá regresó a casa, emocionada.

Al salir de su cuarto, quedé boquiabierta. Traía un vestido vinotinto con unos zapatos de tacón negros, se había hecho ondas en su larga cabellera castaña. Se veía preciosa.

Fuí a abrir la puerta ya que los invitados acababan de llegar. Un señor me saludó con elegancia, era imponente su figura, y recio. De atrás surgió una chica que parecía tener mi edad, pero más pequeña de estatura.

Seguro es de esas chicas que aparentan menos edad aunque sean mayores.

Los invité al interior de la casa, mi madre los recibió con una amplia sonrisa.

Raro.

Después de saber que serían los únicos invitados, me ofrecí a servir la mesa para que mi madre platicara con el señor, que supongo es doctor por la forma tan extraña que hablan, vocabulario técnico. Para mí fue un alivio que sólo fueran dos, significa menos platos que lavar. También no quería hablar con la chica que venía con el doctor, no me gusta socializar.

La chica me había hecho preguntas básicas: mi edad, color favorito, bla, bla, bla. Yo no hice preguntas.

Me dijo que se llama Grace, es un nombre muy bonito tomando en cuenta su significado. Ella también lo es.

Puse los platos sobre la mesa, los cubiertos, y procedí a poner la comida en el centro.

Mi mamá sirvió, soy mala con las porciones. Sirvo muy poco o demasiado.

Ella le hizo preguntas a Grace, que también es rubia, como Calleigh. Ella contestaba con mucho ánimo. Me gustaría ser así, es decir, hablar con facilidad con mi madre, con las personas en general. Apostaría mi cuadro de pintura favorito, que yo misma hice, que ella tiene muchos amigos. Y sí, me gusta pintar.

—¿Te graduaste hace poco? —me atreví a preguntar al fin.

Miró a su papá, con una sonrisa de medio lado, enmarcando un hoyuelo en una de sus mejías, el único que tiene.

—No trabajo en el hospital. Todavía estoy en el instituto —parpadeé, confusa.

Rápidamente mi cerebro unió las partes correctas: mi mamá, de buen humor; el doctor, como todo un galán de Hollywood; la hija...

Están... Saliendo.

Miré a mi mamá, suplicándole con la mirada que dijera que no era cierto, pero no dijo nada.

Sentí que algo dentro de mí se hacía añicos. Yo no era suficiente para ella. En realidad, para ningún otro ser humano.

Me levanté de mi silla dejando a todos en la mesa. Me encerré en mi cuarto asegurando con el pestillo.

Lloré mucho, cuando el doctor y su hija se fueron, mi mamá tocó mi puerta, pero no quería hablar, sabía que me regañaría por mi comportamiento. Me hice la dormida.

Al día siguiente, me aseguré de que se hubiera ido al trabajo, me levanté y empecé con mi rutina diaria.

De camino al instituto Jean me alcanzó. Llegamos juntos y otra vez se sentó a mi lado.

La mayor parte del día la pasé con él, a pesar de que él tiene amigos, prefirió quedarse a mi lado a la hora del recreo. Primera vez que no está con su grupo.

Calleigh y Jack habían ido al salón de Owen, irían a almorzar juntos en la cafetería. Me habían invitado, pero por obvias razones me negué.

Lo que me duele es que los tres nunca nos sentamos juntos en las mesas de la cafetería, pero ahora con Owen lo hacen.

Hace algún tiempo, con Calleigh pensamos en unirnos al grupo de alabanza, en la iglesia, pero ahora no estoy segura. Ambas nos bautizamos el año pasado para poder hacer parte del grupo, las audiciones empezarían ayer, durante dos semanas hay oportunidad. Somos muchos y la mayoría quiere servir en la alabanza, pero estoy confundida, no sé si realmente merezca estar en un ministerio. No he orado en días.

Llegué a casa. Para mi sorpresa, y sí que lo es, mi mamá me estaba esperando de brazos cruzados.

—Necesitamos hablar, señorita.

Me senté en el sillón, en frente de ella.

—¿Que vamos a hablar? ¿Que estás saliendo con alguien?

Sabía que estaba mal que le hablara de esa forma, pero una fuerza mayor a mi razón hacia que dijera lo primero que se me ocurriera.

—Ayer te portaste mal enfrente de nuestros invitados. Yo no te he educado así.

—No eran mis invitados.

Respiró profundo.

—Tu deber era sonreírles.

—¿Enserio? ¿Sonreírles como hipócrita? Eso sería peor que ser mal educada.

—Sabes qué, Aria. Estoy cansada, no quiero lidiar con tu mal comportamiento. Yo merezco hacer mi vida —me gritó, nunca lo había hecho.

Me levanté de mi lugar.

—¿Tan fácil te olvidaste de mi papá o siquiera me tomaste en cuenta?

—Tu padre es un... —la admiración que sentí en algún momento, se esfumó.

—¿Qué es mi papá? ¡Dilo!

—No tiene importancia —dijo, poniéndose de pie.

—Claro, no tiene importancia para tí, pero para mí si, ¿Sabes la falta que me hace? ¿Alguna vez me has preguntado? ¡No! Jamás te importa lo que siento. Si para tí el no tiene importancia, yo tampoco te importo porque soy la hija de ese hombre.

Caminé en dirección a las escaleras. Antes de dar un paso más, me volteé.

—Mi padre ha estado ausente, pero la ausencia que más me duele —hipé, tenía las mejillas mojadas de lágrimas —es la tuya, aún estando en casa.

***

Pregunta del día, ¿Quién es su cantante favorito y qué música les encanta?

AMANDO EN SILENCIO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora