Capítulo 18

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—¿Aria? —limpié mis mejillas en un santiamén y levanté mi barbilla al escuchar mi nombre dos veces.

—Eh... Hola —carraspeé en un intento de sonar normal.

—¿Estás bien? —sus ojos me miraban con atención, buscando algo en los míos.

—S-si, sí, estoy bien.

—¿Quieres acompañarme a tomar un café? —preguntó con expresión preocupada.

Medité la oferta. Sería raro salir con el novio de mi mejor amiga sin que ella esté presente, pero no quiero regresar a casa, no ahora.

Asentí.

La cafetería es bonita. Nos sentamos en una de las mesas al fondo del establecimiento.

Owen leía el menú con atención, hebras de su cabello negro se le escapaban y caían armoniosamente en su frente. Sus largas pestañas me parecieron tiernas.

Suspiré. Owen levantó la vista del menú para clavarla en mí, por un breve momento me sentí descubierta.

—¿Está todo bien? —me preguntó con mirada inquisitiva.

—Si, claro.

—Te ví llorando —dijo lo obvio, sabiá que lo mencionaría

—Estoy más o menos —reí con ironía —mas menos que más, en realidad. No he tenido un buen día.

Asintió, pensé que diría algo, pero hubo un largo silencio, hasta que fué interrumpido por la chica que tomó nota de nuestros pedidos.

—Lo siento —logró decir cuando la chica se fué, se rascó la nuca como pensando en agregar algo más.

Otro silencio. Aproveché para mirar fijamente una lámpara que colgaba en el centro del local, con cristales que se movían con elegancia al compás del viento que entraba por la puerta abierta.

Se siente incómodo estar con Owen e intentar mantener conversación.

Tomamos nuestros cafés y torta de chocolate mientras le preguntaba por su banda. Me contó que se va a retirar porque la distancia no funciona.

No puede ensayar con los otros chicos porque no quiere faltar a clases, es su último año también, y no puede estar viajando constantemente, también me confesó que los viajes largos le causan vértigo.

Se congrega en una iglesia que está un poco lejos de la nuestra, de hecho, creo que si no estoy mal geográficamente, queda fuera de la ciudad.

—¿Fué difícil el cambio de instituto? —pregunté, no sabía que más decir.

—No tanto, el primer día sí, pero después todo fluyó con naturalidad.

—Yo voy a hacer la solicitud en la universidad de la capital, es un cambio grande para mí, si logro pasar el examen de admisión.

Sus ojos se abrieron, estaba sorprendido.

—¡Qué bueno! estoy seguro de que pasarás.

—Eso espero.

...

Estaba encerrada en mi cuarto, mi mamá se había ido al hospital. No fuí al culto, Jack y Calleigh no pasaron por mí y, no estaba lista de todos modos.

Me puse a pensar en lo que pasó hoy, no puedo creer que yo haya aceptado la invitación de Owen, lo más seguro es que lo haya hecho por lástima.

Todos debes sentir lástima por mí; una chica sin papá, con una madre ausente, que llora en el parque porque ya no aguanta tanta frustración. Hasta yo me doy lástima.

AMANDO EN SILENCIO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora