XII. No te veo

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Habían pasado ya dos semanas más en las que decidieron fingir demencia y, a pesar de prácticamente no hablarse en la semana, los fines de semana todo volvía a ser como siempre. "Como siempre" entre comillas, porque era obvio que las cosas habían cambiado, pero preferían no enfrentarse a eso mientras las cosas siguieran funcionando. Se sentía como un jenga al que le faltaban muchas piezas, balanceándose torpemente, con el peligro de desmoronarse todo en cualquier momento con el más mínimo movimiento en falso.

Para Spreen, fingir demencia implicaba seguir cogiendo con Carre como si todo fuera como siempre y no hubiera cambiado todo lo que sentía por dentro cada vez que eso pasaba. Como si cada vez que se acostaban no le doliera saber que eso era todo lo que iba a poder tener de él además de su amistad, y nunca nada más. Nunca iba a poder tener nada más allá de lo físico, por eso prefería aprovechar lo que fuera que pudiera obtener de él hasta que en algún momento, tarde o temprano, se terminara.

Porque tenía muy claro que en algún momento eso se iba a terminar, porque en algún momento Carre iba a conocer a alguien a quien quisiese y comenzarían a salir, y ese sería el final de todo. Seguía sin decirle que pasara nada con Valen entonces no creía que eso fuera un problema por el momento, si no le había dicho nada era porque nada había pasado, por eso aceptaba seguir aunque cada vez que lo veía con ella se muriera de celos.

Así estaba la situación entre ellos ese miércoles, donde los pibes habían decidido cortar la semana juntándose a comer un asado en la casa de Goncho. El pelinegro agradecía por dentro que esa vez la juntada fuera sólo de los pibes, ahorrándose de esa manera ver a cierta rubia cerca de su amigo más bajito constantemente.

– ¿Y vos qué onda? – le preguntó Goncho a Carre con una clara intención, cuando la conversación en la que hablaban de mujeres parecía estar muriendo.

– Nada – fue la escueta respuesta que dio, mientras Spreen escuchaba la conversación de fondo mirando su celular, entrando y saliendo de las aplicaciones simplemente para mantenerse al margen y que no le preguntaran nada a él. No estaba precisamente como para hablar de relaciones en ese momento.

– Dale primo no te hagas el boludo que te conocemos – dijo Uni riendo.

– ¿Uh hay chisme? Yo quiero saber – habló el Demente ante las palabras que había dicho su amigo, captando la atención de Spreen, que levantó la vista de la pantalla del celular para mirar atentamente a Carrera que seguía aún en silencio sin contestar.

– Que boludos que son – se quejó negando con la cabeza, mirando hacia abajo, parecía querer evitar el contacto visual con alguien. – Nada, Valen me invitó a salir – confesó finalmente.

Una vez más Spreen se sintió como si le hubieran tirado un balde de agua halada en la cara. Estaba paralizado, y comenzó a escuchar lejanas las voces de sus amigos por un momento, como si estuviera debajo del agua.

– ¿Y qué le dijiste? – preguntó Gonzalo intrigado. 

– Que sí boludo, que se yo. Qué le voy a decir – lo dijo como intentando restarle importancia, casi como si para él realmente no la tuviera. Y lo cierto era que no la tenía, nunca sabía qué hacer si lo encaraban, le costaba decir que no, y menos en la situación en la que él se encontraba, en la que sentía que todo se estaba yendo a la mierda, un poco de distracción no le vendría mal.

La mirada de Uni se dirigió inmediatamente hacia el pelinegro cuando escuchó esas palabras salir de la boca de su amigo.

– Buena crack, que levante – dijo entusiasmado Goncho, le gustaba la idea de que su amigo saliera con la mejor amiga de su novia.

– Quién diría que el enano se iba levantar a una mina tan linda eh – comenzó jodiéndolo el Demente y se le sumaron el resto, riéndose exageradamente y haciéndolo reír al castaño también.

Poca Luz | Spreen x CarreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora