XIII. Poco falta para irnos de aquí

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No sabía que esperaba, pero después del día en que Spreen había decidido terminar las cosas con Carre todo se convirtió en una catástrofe.

Ese mismo sábado, apenas unos días después, Carre no fue a la Bresh. No era que le sorprendiera, era algo lógico de esperar teniendo en cuenta toda la situación, en el fondo había deseado que estuviera ahí para poder verlo aunque fuera a lo lejos si no quería acercarse.

hola carre, todo bien?   02:21

Decidió enviarle un mensaje después de dudarlo largo rato, con intentarlo no perdía nada. No creía que tendría que haberle pasado algo para que no estuviera ahí, pero sacarse la duda de que estaba todo bien (y sobre todo con él) nunca estaba de más después de la otra noche.

sí amigo   02:45

La respuesta llegó muchos minutos después así de escueta. La palabra amigo ahí escrita era algo doloroso de leer, sus ojos parecían centrarse en ella y no parar de leerla hasta que bloqueó el celular y la pantalla se apagó. Eso es lo que eran y lo que él mismo quería y había decidido seguir siendo. Al menos seguían siendo eso, amigos. Era un alivio en cierto punto, pero igual le dolía.

Al que sí pudo ver esa noche fue al grupito que siempre iba con Carrera a la fiesta, menos él que no estaba claro. Pasó la vista por todos ellos varias veces, cerciorándose de que definitivamente el más bajito faltaba ahí, de esa manera también se dio cuenta de que alguien más estaba ausente, y eso sí que no era algo de esperarse sabiendo bien lo mucho que le gustaba salir. Valen tampoco estaba con el grupo. No era necesario preguntarle nada a nadie, era simplemente sumar dos más dos. Sabiendo que lo había invitado a salir, estaba claro que esa era la noche en la que había sucedido.

Horas atrás, Carre había estado preparándose para ir a cenar con Valen, arreglándose un poco pero no exageradamente. Haber aceptado la propuesta porque no sabía decir que no había llegado demasiado lejos, pero cuando Spreen le dijo que no quería tener nada más allá de la amistad con él dejó de parecerle tan mala idea esa salida. No porque cambiara lo que la chica le generaba, sino porque distraerse y pasar un buen momento con alguien sentía que podía ayudarlo. Hasta incluso capaz lograba ayudarlo a sacarse al pelinegro de la cabeza, si servía para dejar de sufrir como lo había estado haciendo esos días no iba a negarse a intentarlo.

La rubia era hermosa, eso era algo innegable, también era muy divertida, por lo que lo estaba haciendo pasar una muy buena noche. Se estaba divirtiendo y al menos había logrado dejar de pensar en su amigo todo el tiempo mientras se reía todo lo que no había podido en esos días, eso ya lo consideraba un avance. Le estaba gustando pasar tiempo con ella, comenzaba a considerar que tal vez podía darse la oportunidad de intentarlo con ella, tal vez si las cosas se iban dando los sentimientos podían aparecer después. No era la mejor idea, pero era lo que pensaba en ese momento.

Cuando se estaban despidiendo, unas horas después en el auto en la puerta de la casa de Valen, toda esa idea se derrumbó en el momento en que lo besó.

No sintió nada. Sabía que no le atraía ella de esa manera y, aunque por un momento pensó que un clavo sacaba a otro clavo, sentir sus labios sobre los suyos le hizo darse cuenta de lo estúpida que había sido su idea. Se sentía mal por hacerlo pero la frenó ahí, separándose y alejándose de ella con el ceño algo fruncido.

– Perdón pero no sé si puedo – fue lo único que dijo.

– No te preocupes – habló con una media sonrisa, acercando su mano a la contraria para dejar un apretón sobre ella. – Hablamos después ¿sí?, nos vemos – se despidió antes de bajarse del auto y entrar a su casa a paso rápido.

Poca Luz | Spreen x CarreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora