VII. No le importa quién soy, no le importa la fama

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Era una nueva noche de sábado en la Bresh, y tanto Spreen como Carre sabían perfectamente como terminaría esa noche, igual que cada fin de semana. Lo que no se esperaban, era un cambio tan drástico en los acontecimientos.

– ¿Che y si la seguimos en alguna casa? – propuso Oscu de la nada cuando se estaba acercando la hora de irse de la fiesta.

– Uh me copa esa eh – respondió Goncho, seguido de una catarata de afirmaciones de parte del resto de la gente que se encontraba ahí.

Carre y Spreen intercambiaron miradas desde puntos opuestos en la ronda en la cual se encontraban. Eso cambiaría completamente sus planes, si seguían de after se iba a hacer demasiado tarde (o temprano en la mañana más bien) como para que pudiera pasar lo que llevaban esperando una semana, aunque ninguno de los dos se lo hubiera dicho al otro.

– Por mí sí – terminó diciendo Spreen a la vista de que no había excusa posible por decir.

Y es que no había una excusa que fuera creíble cuando nunca antes habían rechazado una oferta de unirse a un after, o al menos el pelinegro, porque todos sabían que Carre no era muy amante de la joda y en cuanto podía se escapaba, pero que los dos dijeran que no hubiera sido demasiado sospechoso, más cuando sabían que su comportamiento últimamente no había sido el más normal de todos, sobre todo cuando casualmente desaparecían los dos juntos al comienzo.

– Yo creo que paso – respondió finalmente Carre, ya estar saliendo todos los fines de semana era demasiado para él (y lo hacía por un único motivo), no iba a sumarle más horas de sufrimiento con música a todo lo que da y más alcohol.

– Yo pongo el departamento si quieren – ofreció Spreen a todos pero mirando específicamente al castaño en una clara insinuación que no tardó en entender, quería que esté ahí por si podía pintar algo cuando se fueran todos con suerte lo más temprano posible.

– Dale Carre copate – le insistió Valen, una de las amigas de Flor que solía sumarse a su grupo cuando salían.

– Bueno voy – cedió y Spreen frunció levemente el ceño. – Pero un rato nomás – agregó mirando de reojo al pelinegro, haciéndolo soltar una media sonrisa de costado.

– Ea – gritó Lit exageradamente, haciendo reír a todos. – Vamos ahora entonces.

Dicho y hecho, muy poco tiempo después el departamento de Spreen estaba lleno de gente. No eran tantos en realidad, sólo los dos grupos que solían juntarse en la Bresh cada fin de semana cuando se encontraban, pero eso ya era suficiente para que se sintiera raro. Por lo general, a esa hora eran sólo Spreen y Carre, con el departamento en completo silencio hasta llenarse del sonido de los besos y gemidos. Ahora, lo único que se oía era música a un volumen un tanto elevado y el sonido de las voces de las distintas conversaciones que se daban a la vez entremezclándose.

Spreen se encontraba apoyado en la mesada de la cocina con un vaso en la mano del que tomaba cada tanto, charlando tranquilamente con Uni. Le era inevitable, mientras tanto, que su mirada se desviara cada tanto hacia donde estaba el castaño hablando en un pequeño grupito con Goncho, Flor y Valen. De vez en cuando, Carre también desviaba la vista hacia donde él estaba y sus miradas se encontraban. A veces se sonreían disimulada mente antes de volver a separarlas casi al instante.

Les gustaría tanto que no hubiera nadie más en ese lugar en ese momento.

Lo que pretendieron que fuera sólo un rato se estaba alargando más de lo esperado. Carre estaba intentando aguantar lo más posible hasta que se fueran todos y sólo quedaran ellos dos pero estaba empezando a cansarse. Algunas personas ya los habían abandonado a lo largo de la mañana, pero ya eran las 9 am y los amigos de Spreen parecían no tener para nada ganas de irse.

Poca Luz | Spreen x CarreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora