XV. Todo es más lindo

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El silencio absoluto que reinaba en su departamento hizo que Spreen se estremeciera de pies a cabeza.

Todo esa noche estaba siendo inesperado, repentino, para nada planeado. Por empezar, no pensaba decirle a Carre que le gustaba y tampoco esperaba que le dijera que a él también le gustaba, pero mucho menos se esperaba que se le escapase decirle te quiero así sin más, sin sobre pensarlo y analizarlo antes de hablar, como era característica suya hacer.

Esa noche parecía que todo estaba siendo diferente. En especial la reacción del castaño frente a esas dos palabras. Como no esperaba que le dijera que le gustaba mucho menos esperaba escuchar un te quiero de su parte esa noche, pero Carre no era una persona a la que decir esas palabras le costara, de hecho lo decía incluso más de lo que le gustaría. Spreen lo sabía, y justamente por eso la nula respuesta de su parte le heló la sangre, dejándolo a él congelado en su lugar, esperando algo que ya estaba seguro de que no iba a venir.

No sería la primera vez que se lo dijera, pero siempre había sido como amigos, tal vez por eso era tan diferente para él y prefería no decírselo porque no lo sentía de esa manera. La cabeza de Spreen ya había empezado a ir a mil por hora, esta vez con absoluta justificación, o al menos eso era lo que él creía.

– No pasa nada igual, no lo tenés que decir, tranqui – habló cuando ya el silencio lo estaba agobiando por demás.

– Es que yo-

– De verdad no hace falta que digas nada, perdón no te quería incomodar – lo interrumpió sin dejarlo completar lo que quería decir.

– ¿Podés parar un segundo y dejarme hablar? – esperó por las dudas de volver a ser interrumpido antes de continuar hablando. – Yo también te quiero. Primero eso – ya que esas palabras hubieran salido de su boca tenían al pelinegro sonriendo como un tonto. – No me salían las palabras porque me quedé en shock, nunca pensé escucharte decir eso.

Y era verdad, cuando ese "te quiero" llegó a sus oídos no podía creer lo que acababa de escuchar. Algo que había esperado tanto tiempo, algo que ni como amigos había escuchado nunca antes. Era increíble, se sentía casi como si estuviera soñando y tuviera que pellizcarse para saber si era real o no, si sus oídos no lo habían traicionado y había escuchado bien.

– Bue ni que fuera una piedra sin sentimientos yo – se quejó en broma Spreen, con esa sonrisa pícara suya tan características que a Carre le daban ganas siempre de borrársela de una trompada y de un beso a partes iguales.

– Sos peor que eso. Por eso es tan increíble que me hayas dicho te quiero – volvió a remarcárselo. – Y tampoco pensé que pudieras sentir eso por mí, es hermoso escucharlo de tus labios.

Y con eso ya lo tenía más que comprado.

– Te quiero – volvió a repetirle Spreen, acercándose a besarlo, haciendo que el corazón de Carre aumente sus latidos. – Te quiero – repitió una vez más bien de cerca, mirándole los labios. – Te quiero – esta vez lo dijo rozándole los labios, mirándolo a los ojos, y el castaño sentía que el corazón se le saldría del pecho en ese mismo instante. – Te quiero – insistió entre medio de besos una vez que sus labios se juntaron, y ya era un milagro que Carre no se hubiera muerto con lo que le estaba haciendo sentir el pelinegro en ese momento.

Los besos se fueron volviendo cada vez más apasionados, sus lenguas jugando entre ellas en la boca ajena, los dientes mordiendo la carne de los labios que se entrometían entre los propios. Pero lo que empezó bruto y acelerado comenzó a ralentizarse de a poco, besos igual de apasionados pero lentos, acompañados por las suaves caricias que dejaba Carre con sus pulgares en la mandíbula marcada del más alto que se movía al compás de cada beso, y los débiles tirones que dejaba Spreen en el pelo castaño cada vez que sentía un nuevo mordisco.

Poca Luz | Spreen x CarreraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora