5. Frank

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El lunes por la mañana, hago lo mejor que puedo para dividir mi tiempo, le pido a Viktor que me cubra en la a junta directiva y consigo hacer que Dimitri se encargue de la reunión con uno de los socios de mi padre, sin mencionar que no pienso volver a visitar el puto bar de mierda en mi vida.

Era la primera vez que iba al lugar, así como mis negocios legales se daban alrededor de una mesa, en un club de golf o cualquier tipo de situacion agradable, los negocios sucios tenían a suceden en bares, bodegas de mala muerte y oficinas privadas. El bar había sido idea de Dmitri, y yo había aceptado, estúpidamente, cierro los ojos al recordar las lágrimas de Natasha, me habían destrozado el alma, no había tomado un solo trago de alcohol, sabía que tal vez oleria a tabaco porque el maldito cubículo en el que estábamos era prácticamente una chimenea con la cantidad de hombres fumando, las prostitutas me habían tomado por sorpresa.

No toqué o miré a ninguna, completamente irritado y ansioso por salir de allí, una de ellas había intentado meter su mano debajo de mi camisa, lo que era probablemente la causante de que piel oliera a perfume de mujer.

Así que esa noche, duermo en casa, en mi propia cama, aunque Natasha me da la espalda, evidentemente resentida y dolida conmigo, una vez que se queda dormida la tomo en mis brazos, besando su piel y aspirando el dulce aroma a duraznos que me vuelve loco, deseando poder encontrar una solución mágica para todos mis problemas, ella había despertado en medio de la noche por las náuseas, y su expresión de alivio al ver que estaba con ella solo me hizo darme cuenta de que mi intención de mantenerla en la oscuridad sobre el tema solo estaba causando más daño que bien, ¿cuántas noches ella había permanecido sentada junto al retrete intentando incorporarse?

Al regresar a la cama, había aceptado mi abrazo, aferrándose a mi casi con desesperación.

Así que esa mañana, luego de hacer las llamadas necesarias y comprometerme a una cosa o dos, tomé el tiempo que había conseguido para preparar el desayuno, Nona se encargó de los niños y yo preparé un par de waffles con fresas, banano, arándanos y miel para Nath, añado dos omelettes de champiñones y tostadas, jugo de naranja y algo de avena, con cinco niños dentro de ella, estaba hambrienta todo el tiempo, pero la nutricionista había dado una lista de los alimentos que podía o no comer y con que frecuencia, lo que la volvía loca.

Odio ver los ojos enrojecidos y su rostro pálido, pero la sonrisa tímida que me dedica cuando me ve entrar con el desayuno, me hace sentir algo tenso, no es la sonrisa completa que hace que caiga rendido a sus pies, es tímida, dubitativa y ligeramente desconfiada.

Dios, quisiera poder regresar la mirada brillante y feliz con la que solía recibirme hace poco menos de un mes.

Pongo la bandeja frente a ella, arriesgándome a ir por un beso, ella me evita con gracia, fingiendo interés en la comida, por lo que sé que no debo tentar a la suerte,  en cambio, hago lo mejor posible para hacer conversación y evitar lucir demasiado ansioso.

— ¿Has pensado en algún nombre? — pregunto, mientras acaricio su vientre, al menos eso me lo permite, recostando se hacía atrás y cerrando los ojos un momento

— Anastasia — dice con una media sonrisa — Como la princesa — apunta — siempre me pareció un lindo nombre

— Me gusta — coincido, trazando líneas con mi dedo sobre su abdomen — ¿Qué hay de Mörk?

— No voy a llamar a mis hijos "Zanahorias" — se queja, poniendo los ojos en blanco pero hey, una sonrisa más brillante aparece en su rostro.

— Para mi es un nombre perfecto — me quejo, acercándome a su vientre y besándolo ligeramente — Orange, Carrot, Mörk... Zhevy...

Maldito Ruso - The Hoffman's #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora