Capítulo 4.

14 3 0
                                    

¡Auch!

Me late la cabeza. Siento como si me la estuvieran martillado, tengo un dolor terrible.

Estoy haciendo un esfuerzo sobre humano para poder abrir mis ojos, pero parecen hacer sido pegados por cintas adhesivas.

Al fin, lo logro, abro mis ojos.

Pero, esta no es mi habitación, ni ninguna de las de mi casa.

A pesar de la horrible resaca que me ocupa en estos momentos, hago un intento por reconocer el sitio.

Ya caí, por dios, de solo darme cuenta de en donde estoy doy un salto que caigo sentada en la cama. ¡Ay! Mi cabeza.

–Dios, que dolor.

La perilla de la puerta de la habitación está girando, que quede claro que no me hubiera dado cuenta de eso de no ser por el ruido que resuena diez veces más estruendoso en mis oídos.

Una mujer alta, delgada, de ojos marrones y cabello pelirrojo entra en la habitación con una bandeja en la mano, trae limonada, un flato con frutas, lo que parece ser una pastilla y tostadas.

–Hola cariño, no llame a la puerta porque pensé que seguirías dormida y tendría que despertarte. Te traje el desayuno y de paso, una pastilla para la resaca.

–Gracias, tía.–Le agradecí mientras me sentaba y ella ponía la bandeja sobre mis pies.

No piensen mal, adoro a mi tía. Pero, no había venido a su casa desde que mi padre pasó a mejor vida.

–Bueno, se que debes estar echa un lío, cuando yo tenía mis resacas pasaba horas tratando de recordar lo que había pasado la noche anterior. Así que, para ahorrarte esa desagradable parte, te cuento lo que se. Anoche, aproximadamente a las doce, tu amigo Víctor te trajo, dijo que te embriagaste en lo que el fue al baño, te iba a llevar a tu casa pero tu le pediste que no lo hiciera y que en lugar de eso te trajera aquí.–Por lo menos tuve un momento de cordura, si hubiera ido a mi casa estaría muerta ahora mismo.–¿Sabes? Es un gran amigo. Me pregunto, muerto de pena, por cierto, que si se podía quedar para asegurarse de que todo saliera bien. Le dije que se fuera a su casa que ya era tarde, también que cuando despertarás te diría que le llamaras por teléfono.

–Gracias tía, ¿no llamaste a mi madre, verdad?–Que terror.

–No, tranquila. Pero, deberías llamarla. Dile que yo también estaba en la fiesta y que como yo tomé un poco decidiste traerme y quedarte conmigo, que por mi culpa no tuviste tiempo de llamarla. –Dios gracias por esta tía, no se que haría sin ella.–Ah y otra cosa. ¿Quién es Karina? ¿Es tu novia?

¿Eh? ¿De qué me perdí?

–¿Qué? No, claro que no. Pero, ¿por qué preguntas.

–Bueno, anoche estabas diciendo cosas sobre ella. Tus palabras exactas fueron: "Karina es un demonio, me tiene pensando idioteces. ¿Sabes tía? Tiene mi cerebro paralizado. Cuando estoy con ella no hace su trabajo. Es como si yo tuviera Error 404 Not Found. Ah tía, que linda foto". Y entonces tomaste la foto de mi boda con Elena y la dejaste caer al suelo cuando te quedaste dormida. Suerte que Víctor estaba aquí para ayudarme a subirte a tu habitación. Menuda borrachera, ni mi hermano en sus tiempos.–Mi padre también le gustaba tomar, aunque el aguantaba mucho mejor que yo.–Por cierto, también la llamaste por teléfono y le dijiste que estabas borracha.

–¿Qué? ¿Qué más le dije?

No vuelvo a beber en mi vida.

–Algo sobre que bailaba genial y querías repetir. Ah, y también le enviaste la dirección de mi casa, yo te quité el teléfono y me disculpe, le dije que estabas en mi casa, borracha y que soy tu tía.

Esto no es amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora