Capítulo 13.

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Aquí estamos, en la enorme piscina Los Santos.

Había escuchado hablar de ella millones de veces, pero nunca pensé que fuera tan espaciosa.

Estoy anonadada.

–¿Sigues ahí Mía?–Sigo el sonido de la voz para ver de donde proviene, ya que, estaba demasiado sumida en la grandeza de la piscina. Karina me observa con una sonrisa tierna de oreja a oreja, como cuando miras a un bebé haciendo algo que te provoca ternura.

–Si, solo que no me esperaba que fuera tan enorme.

–Debes estar acostumbrada a ver espacios como este todos los días.

–No creas. Solo veo edificios enormes, pero no me interesan. Esta piscina es prácticamente natural.

–Esa es la idea, cariño.–Víctor, a pesar de verse tan sorprendido como yo, intentaba explicarme algo.–Cuando hicieron la piscina querían que tuviera la mayor área verde posible. Por eso solo la piscina y los dos metros a su redonda son de material. El resto es césped, el cual cortan a cada rato para que no crezca. También tiene habitaciones allí.–dijo señalando una pared enorme con siete puertas.–Quién las quiera usar solo debe cerrar las puertas, la disponibles siempre las tienen abiertas.

–¿Has venido antes y no me invitaste?–ya tengo ganas de darle un buen golpe por eso.

–No, claro que no. Pero, me informe sobre el lugar. Allí hay muchas mesas de picnic, atrás está el mini bar.–dijo señalando nuestra izquierda.–Vamos a sentarnos un rato.

–Venga.–Karina parece emocionada.

–Vamos, pero no te voy a dejar emborrachar Mía. La última vez, la pse fatal.–Víctor tomó camino delante.

Yo todavía seguía un poco embobada, así así solo reaccioné cuando sentí la mano de Karina sujetar la mía y tirar suavemente de mi.

–Ven.–dijo mirándome a los ojos.

Mía respira. Recuerda que soy tu y si sigues así vamos a morir por un problema del corazón.

Callate idiota, ya quisiera yo que te murieras para salir de ti.

Si yo muero, tu también.

–Víctor cuéntanos más sobre la piscina.–Le pregunto Karina mientras tomábamos asiento la una al lado de la otra, Víctor estaba sentado frente a mi.

Mi amigo parecía fijarse en nuestras manos sujetadas, al menos hasta que llegamos y ella me soltó.

–A ver...la piscina tiene calefacción. La parte bajita no la tiene, por eso es mejor entrar en la parte onda. Pero en aquella parte hay que tener cuidado porque es demasiado profunda.

–¿Algo más que debamos saber?–dije recuperando la compostura.

–Si, las bebidas hoy son gratis.

–¿¡Y por qué rayos no lo dijiste antes!?

Karina ni siquiera espero a terminar de hablar, salió corriendo directamente al bar que estaba detrás de nosotros.

–Madre mía.–no pude evitar reír.

–¿Hay algo que deba saber?–me preguntó mi mejor amigo.

–No, hasta ahora estás estás día.

–¿A si? Estaban tomadas de las manos.

–Ella tomó la mía y me guió hasta aquí porque yo todavía seguía insimismada.

–Si claro.–no parece creérselo.

Iba a decirle que dejara sus cosas, pero vi a un chico realmente precioso unos metros detrás de Víctor, hablando con unas chicas.

Esto no es amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora