Capítulo 1.

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Hace quince minutos yo estaba preocupada por llegar tarde al encuentro que tenía planificado con la chica nueva y resulta que no ha llegado, odio la impuntualidad, aunque a veces, por causa del destino, yo sea quien se retrace un poco.

–Tierra llamando a Mía.–Yo siempre estoy en la Luna, por suerte mi mejor amigo, se compró un cohete para traerme de regreso siempre que lo necesite.

–Sabes que odio cuando las personas llegan tarde.–dije sentada en las escaleras de la entrada a su lado, con un tono de molestia, no muy...sutil.

–Sabes que las clases no empiezan hasta las nueve, técnicamente es más que temprano.

Cierto. Pero, eso no quita que llegue tarde.

–Ya, pero, habiamos quedado a las siete y media para enseñarle la escuela. La directora nos puso en contacto, la chica...bueno esa misma porque no recuerdo su nombre y yo quedamos en que cuando estuvieramos al salir de casa nos avisariamos, describiriamos en cuanto llegaramos, nos buscaríamos y comenzariamos con el recorrido.

–Bueno, me encantaría, de todo corazón acompañarte hasta que la causante de toda tu...desorientación panorámica aparezca.–Si claro, como si no lo conociera.–Pero, debo irme.

–Qué lástima, una verdadera lástima.–Yo y mi más que común tono sarcástico.–Anda, pírate de una vez.

–Me piro vampiro.–y se fué con las manos en alto. Adoro todas y cada una de sus tonterías.

Las personas pasaban a mi alrededor sin si quiera dirigirme una mirada.

Os explico, yo soy del uno al diez, un cinco por ciento de sociable, o sea, si te me acercas te saludo, platico contigo, soy super tratable y todo, pero, no voy por ahí buscando amigos, espero a que alguien se interese por hablarme en lugar de dar yo el primer paso.

Hecho por el cual, solo tengo a Víctor como una amistad verdadera.

Además, súmenle a eso que no tengo una relativa buena reputación como "persona sociable" por el hecho de ser hija de una empresaria que vive totalmente rodeada de lujos y no es...no se cómo decirlo...fácil de trata, vamos a dejarlo ahí.

A cualquier persona le encantaría poder vivir como yo lo hago, con caras sábanas y cortinas a juego, carros, motos, una enorme piscina, jacuzzi, pero, todo eso para mí no es más que un simple capricho que toda persona tiene. ¿El dinero compra la felicidad? ¿Por tener más cosas materiales nos sentimos más completos? Pues no. La felicidad es algo que está única y solamente en nuestras manos. Nosotros somos los que decidimos que nos hace felices y que no.

Mis pensamientos extremadamente filosóficos son interrumpidos por un mensaje de Whatsapp.

Dirijo mi vista a mi móvil y me fijo en el destinatario, más bien destinataria.

Es la chica nueva, por cierto se llama Karina Ledesma.

De: Karina, la chica nueva.

Hola, disculpa mi retraso. Tuve problemas con mi moto y me dejó tirada en la carretera, ya me encargué. Voy en camino, posiblemente en unos cinco minutos esté alli. Nos vemos ahora.

¿Moto? ¿Ha dicho moto? Bueno, no me sorprende mucho, la verdad.

De manera breve, os cuento lo poco que se sobre esta chica. Por dato curioso doy a conocer que esta información llegó a mi a través de la misma directora.

Karina Ledesma, 17 años, "chica problema".

A ver, no del todo, según la directora, Karina es un total enigma. Sus notas son promedio, pero tiene notas bastante altas en literatura, historia y artes. Por lo menos una vez al mes se ve involucrada en problemas de peleas, discuciones, malas respuestas y demás.

Esto no es amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora