Nací, viví, moriré algún día.
Y sin embargo nadie se acordara de mi nombre, nadie recordara que me gustaba la ausencia completa de leche en mi café, o que las tardes repletas de libros fantásticos me hacían soñar despierta.
Lo cierto es que nos vamos antes de tiempo, lloramos para un rato y luego paramos.
Lydia Muñoz solo tenía cuarenta y cinco años de edad cuando murió y dejó este mundo, el porqué fue un tanto desconocido. Unos dicen que falleció de un coraje que traía atorado a causa del ya conocido conflicto con su padre.
¿Y como no? Si a pesar de su avanzada edad el carácter molesto del hombre no hacia sino generar problema tras problema. Especialmente con las tantas señoritas que acosaba o molestaba por la calle.
Y claro.
¿Cómo negarlo?
Siempre cuidando de los demás la señora Lydia se despidió de todos sin previo aviso. Y mis tíos, que nunca iban a ningún lado fuera de lo familiar se tornaron para acompañarla en el camino hacia el cementerio.
Una gran mujer sin lugar a duda.
De las que ya no hay.
Una maravillosa persona menos en este mundo de porquería que quita más de lo que uno esperaría para si.
Se fue la señora Lydia.
Se fue llevándose un poquito de todos, con el curioso recuerdo de haberme sacado una chistosa vez del estanque que sigue estando por su casa a la actualidad. La vivaz mañana en que junto a Hyo nos aventuramos a vender pan por los alrededores y terminamos callendonos cuando quisimos cruzar el puente viejo de ladrillo del final de carretera.
Se fue dejando atrás a un hijo que la verdad casi no conocí. Vivo en el mismo pueblo desde hace años y apenas soy capaz de contar con los dedos a mis pocas amistades honestas. Y me gustaría ser un poco más como ella, que con tanta facilidad se ganaba a la gente, que con mucho o poco saco adelante a su familia.
Se fue dejándome una última sonrisa una semana antes a su partida. A lo mejor no viéndose mal pero simulandolo bien.
Por que así es como se va la gente.
En un instante tan pequeño que ni se nota.
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Allá abajo.
Historia Corta𝗔𝗹𝗹á 𝗮𝗯𝗮𝗷𝗼 𝗻𝗼 𝗲𝘀 𝗹𝗼 𝗺𝗶𝘀𝗺𝗼 𝗱𝗲𝘀𝗱𝗲 𝗾𝘂𝗲 𝘁𝘂 𝗻𝗼 𝗲𝘀𝘁á𝘀. 𝗡𝘂𝗲𝘀𝘁𝗿𝗮𝘀 𝗰𝗮𝗻𝗰𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀 𝘀𝗼𝗻 𝗮𝗽𝗲𝗻𝗮𝘀 𝘂𝗻 𝘀𝘂𝘀𝘂𝗿𝗿𝗼 𝗮𝗵𝗼𝗴𝗮𝗱𝗼 𝗯𝗮𝗷𝗼 𝗲𝗹 𝗳ú𝗻𝗲𝗯𝗿𝗲 𝗿𝗲𝗰𝘂𝗲𝗿𝗱𝗼 𝗱𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗲𝘀𝘁𝗮𝗰𝗶ó𝗻...