Día 37:

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Hay algo que la gente debe saber acerca de mi persona, antes de que vallan fuera a que alguien más les cuente lo que creen que sucedió en verdad.

Odio a la gente.

En realidad no odio a la gente, solo las aglomeraciones grandes donde a veces siento que me asfixio y para colmo no puedo escapar.

Por eso cuando llegaron los primeros días de clases preescolares me quedé hasta el fondo del sitio y una vez que terminó busqué el lugar más alejado de todos en el patio para poder comer sola.

Sin contar con que una niña apenas pequeñita de coletas rizadas me fuera a seguir de cerca. Una niña con la que al principio no hablaba, ni media palabra cruzábamos pero como si de un pacto silencioso se tratara nos sentábamos a comer juntas.

Cada día.

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