Hay algo que la gente debe saber acerca de mi persona, antes de que vallan fuera a que alguien más les cuente lo que creen que sucedió en verdad.
Odio a la gente.
En realidad no odio a la gente, solo las aglomeraciones grandes donde a veces siento que me asfixio y para colmo no puedo escapar.
Por eso cuando llegaron los primeros días de clases preescolares me quedé hasta el fondo del sitio y una vez que terminó busqué el lugar más alejado de todos en el patio para poder comer sola.
Sin contar con que una niña apenas pequeñita de coletas rizadas me fuera a seguir de cerca. Una niña con la que al principio no hablaba, ni media palabra cruzábamos pero como si de un pacto silencioso se tratara nos sentábamos a comer juntas.
Cada día.
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Allá abajo.
Storie brevi𝗔𝗹𝗹á 𝗮𝗯𝗮𝗷𝗼 𝗻𝗼 𝗲𝘀 𝗹𝗼 𝗺𝗶𝘀𝗺𝗼 𝗱𝗲𝘀𝗱𝗲 𝗾𝘂𝗲 𝘁𝘂 𝗻𝗼 𝗲𝘀𝘁á𝘀. 𝗡𝘂𝗲𝘀𝘁𝗿𝗮𝘀 𝗰𝗮𝗻𝗰𝗶𝗼𝗻𝗲𝘀 𝘀𝗼𝗻 𝗮𝗽𝗲𝗻𝗮𝘀 𝘂𝗻 𝘀𝘂𝘀𝘂𝗿𝗿𝗼 𝗮𝗵𝗼𝗴𝗮𝗱𝗼 𝗯𝗮𝗷𝗼 𝗲𝗹 𝗳ú𝗻𝗲𝗯𝗿𝗲 𝗿𝗲𝗰𝘂𝗲𝗿𝗱𝗼 𝗱𝗲 𝘂𝗻𝗮 𝗲𝘀𝘁𝗮𝗰𝗶ó𝗻...