Día 12:

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Esta bien.

Esta bien.

Sigo teniendote en el lugar de siempre. A pesar de que técnicamente les jure a todos que no era así.

No puedes culparme de nada.

Cinco años de relación no se botan a la basura y ya.

Bueno, vale.

Admito que me deshice de algunas de nuestras cosas, por que vamos, no iba a conservar el ridículo retrato que me hiciste, aquella tardecita de octubre con media hora de entumecimiento por posar como una completa idiota.

Ese, en el que claramente te pedí que ignoraras mis notables ojeras y tu como un bruto las pintaste de todos modos.

Aunque luego me reí del mismo y lo conserve junto a mi caja rosa, la de estrellas, esa en la que por lo general guardo lo que debería ser más importante para mi persona; como las cartas que Aris me escribía sin falta para cada cumpleaños, o las desgastadas letras de todas las canciones que nunca termine por ser en su mayoría para ti.

¿Que si todas duelen? Más bien todas sangran.

Quizás las tire algún día o quizás las queme en una fogata para fin de año mientras hurto bombones asados junto a mi desinteresada soledad.

A que pude engañarte un poco ¿no?

No.

Ambos sabemos que de cualquier forma no podría. Tirar el cuadro fue sencillo, una yo falsa pintada en papel no le dice nada a nadie, a menos, claro, que tenga tu firma por todas partes.

Pero soy masoquista.

Y una masoquista no lo tiraría todo de una sentada.

Así que si, me quedo con una sola foto.

También con tu pulsera.

Para no alargarlo me quedo con un poquito de ti.

Me basta mientras descubro que hacer con tus recuerdos y los buenos momentos que compartimos un día.

Te quiero.

Cuídate mucho por favor.

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