26 DETALLES

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26 DETALLES

Los años habían pasado desde que Seto Kaiba y Atem comenzaron su relación. Habían enfrentado desafíos, crecido juntos y, a lo largo del tiempo, sus lazos se habían fortalecido más allá de cualquier expectativa. Ahora, Seto tenía en mente un regalo que no solo expresaría sus sentimientos, sino que también recordaría una parte importante de la historia de Atem.

Un día, mientras navegaba por los archivos digitales de su empresa, Seto encontró un antiguo plano del palacio del faraón sin nombre, el hogar de Atem cuando era el rey de Egipto. Se le ocurrió una idea audaz: recrear el hermoso jardín egipcio que una vez había adornado el palacio, pero esta vez, en su residencia actual. Quería que fuera un regalo que Atem pudiera disfrutar y atesorar, y que también simbolizara cuánto había avanzado su relación.

La planificación y la construcción del jardín no fueron tareas fáciles. Seto contrató a expertos en arqueología y arquitectura para que investigaran y diseñaran el jardín, basándose en los escasos registros históricos que habían sobrevivido. Cada detalle debía ser perfecto: desde las especies de plantas hasta las esculturas y las fuentes de agua.

Después de meses de arduo trabajo, el jardín egipcio estaba listo para su gran revelación. Seto había mantenido todo en secreto, incluso de Mokuba, quien no tenía idea de la sorpresa que su hermano había estado preparando con tanto esmero.

La noche elegida para la revelación, Seto invitó a Atem a una cena especial en su residencia. El ambiente estaba impregnado de emoción mientras compartían una comida exquisita. La tensión en el aire era palpable, y Atem estaba ansioso por saber por qué Seto lo había llevado allí.

Después de la cena, Seto lo condujo al jardín trasero, donde una cortina roja cubría la entrada al regalo que había estado preparando. Con una sonrisa, Seto retiró la cortina, revelando el magnífico jardín egipcio que se extendía ante ellos.

Atem quedó sin aliento. El jardín era una réplica perfecta de aquel que había tenido en su época como faraón. Las palmeras se mecían suavemente en la brisa, los nenúfares flotaban en un estanque, y las columnas decorativas se alzaban majestuosamente. Era como si hubieran traspasado el tiempo y el espacio para regresar al antiguo Egipto.

"Seto, yo no sé que decir, es sumamente inesperado, luce identico", murmuró Atem, sus ojos brillando de emoción. "Es como si estuviera en casa otra vez."

Seto sonrió con satisfacción, sintiendo que su esfuerzo había valido la pena. "Quería que tuvieras un pedazo de tu pasado aquí, Atem. Algo que te recuerde de dónde vienes y lo lejos que hemos llegado juntos."

Atem miró a Seto con admiración. "No sé cómo hiciste esto, pero es maravilloso. Gracias, Seto."

Seto tomó la mano de Atem y lo llevó a dar un paseo por el jardín. Las estrellas brillaban en el cielo nocturno, y el sonido suave del agua burbujeante creaba una atmósfera mágica.

"Amo que me sigas en todas mis locuras", dijo Seto de repente, su voz llena de sinceridad.

Atem lo miró con cariño. "Bueno, tus locuras suelen ser bastante asombrosas, Seto."

Seto rió, disfrutando de la respuesta de Atem. "Pero en serio, Atem, aprecio que estés dispuesto a embarcarte en aventuras locas conmigo. Tú eres mi compañero en todo esto, y no puedo imaginar mi vida sin ti."

Atem se detuvo y miró a Seto a los ojos. "Seto, tú eres mi vida. No importa qué desafíos enfrentemos, siempre estaré a tu lado."

Seto sintió un nudo en la garganta ante las palabras de Atem. Sabía cuánto significaban, y estaba agradecido por tener a alguien tan dedicado y apasionado a su lado.

"Gracias, Atem", dijo Seto con voz suave. "Gracias por ser mi compañero, mi amor y mi inspiración."

Atem sonrió y se acercó a Seto para darle un beso lleno de amor y gratitud. El jardín egipcio que se extendía a su alrededor era una prueba tangible de su amor duradero y una promesa de aventuras futuras juntos.

Esa noche, mientras caminaban juntos por el inmenso jardín bajo las estrellas, Atem sintió una profunda sensación de paz y felicidad. Seto lo amaba, y él amaba a Seto. No importaba cuán locas fueran las aventuras que les esperaban, siempre estarían juntos, enfrentándolas con pasión y amor. Era una certeza en la que podía confiar por el resto de sus vidas.

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