Diario de una adolescente ©

Décimo capítulo.

10– Malas decisiones.

Harper Warren.

Siete y veinticinco, ya estaba lista. El espejo de mi nueva habitación era mucho más grande, así que me paré al frente porque quería verme; llevaba un vestido negro ceñido al cuerpo de tirantes y encima un blazer rosa que me llegaba a mitad de los glúteos, mi cabello estaba suelto, e iba sutilmente maquillada. La verdad no estaba muy contenta por salir, sin embargo lo haría por Harry, recordé que en mi mochila aún había polvo mágico, así que inhalé un poco antes que la noche iniciara.

Caminé hasta la sala en donde mi papá junto a su nueva novia me esperaban, ella tampoco se veía feliz por mi presencia, pero tendríamos que soportarnos.

—Estás preciosa hija —, papá me hizo un cumplido.

—Tu estás muy guapo papá, —sonreí.

Admito que Alejandra también se veía muy linda, pero obviamente no le diría nada. Salimos del departamento y bajamos al estacionamiento para subir al auto. Una llamada entró a mí celular, me emocioné al ver que era mamá, así que no dudé ni un solo segundo en responder.

—¿Aló?

—Hola Harper —, su saludo fue tan seco, que empecé a dudar si su llamada era buena. —Un tal Niall vino a buscarte, le dije que ya no vivías aquí.

—¿Niall? —Desde lo que pasó no había sabido nada de él.

—Sí, él me pidió el favor que te dijera. ¿Cómo te ha ido con tu padre?

Si Kelsey estaba con esa actitud, la haría perder el quicio.

—Muy bien la verdad, justo saldremos a cenar con Alejandra.

—¿Cómo así? ¿Con Alejandra?

Noté por el retrovisor que papá abrió los ojos como platos, ahí fue cuando supe que lo había arruinado, mamá no sabía nada sobre la relación de Harry con Alejandra, y se acababa de enterar gracias a mí.

—¡Responde Harper!

—Hablamos luego, adiós.

Y colgué la llamada, pensé que mamá sabía de todo, ahora me sentía mal por mis padres.

—¡Te dije que no era buena idea Harry! Nunca confíe en ella, —Alejandra se enfadó y comenzó a gritar. —De verdad Harper me tiene harta.

Respiré hondo y lo primero que hice fue jalarla del cabello: —Y tú, zorra, también me tienes harta.

Papá frenó el auto de golpe: —¡Dejen de pelear! Harper por favor suéltala.

—Ni se te ocurra volver a faltarme el respeto, —se defendió Alejandra.

La solté, abrí la puerta del auto y me bajé, papá me siguió diciéndome que subiera.

—Mejor vayan ustedes a su cena, yo me devolveré caminando a casa, no estamos lejos.

—Harper por Dios.

Alejandra bajó el vidrio y lo amenazó: —Si no le haces caso, no me vuelves a ver.

Tenía esperanza en mi papá, pensé en que me elegiría a mí, sin embargo todo se derrumbó cuando él me preguntó: —¿Segura no quieres ir?

Tragué saliva y sonreí, —estoy segura papá.

—Pide lo que quieras a domicilio, paga con mi tarjeta.

—Si.

Me di la vuelta, y comencé a caminar devuelta al departamento. Mamá no paraba de llamar así que la rechacé las veces que pude hasta que se rindió. Ya en casa ojeé mis contactos ¿a quién podría llamar a esta hora? Con Thomas todo acabó mal, Abril y Ámbar estaban raras conmigo, Beatriz y Fernando me odiaban, con Darlyn me daba vergüenza, mejor llamaba al restaurante de hamburguesas, y no pedí dos, ni tres, si no cuatro hamburguesas. Dicen que la droga te quita el apetito, pero era lo que más tenía.