Diario de una adolescente ©

12• Haper Ross.

12– Harper Ross.

Harper Warren.

—¿Qué carajos hace Harper aquí? ¿Cómo te atreviste a exponerla? —Niall comenzó a gritar luego de dar un portazo.

—Yo lo llamé.

—Y la tuve que traer porque me venían siguiendo, —continuó Jaiden.

—Te llevaré a tu casa, recuerda que tenemos el almuerzo con tu padre, —cambió el semblante.

—Ten, antes de que se vayan —, el dragón sacó mi pedido de su mochila y me lo entregó.

—Y todos creyendo que ayudarías a Niall con su adicción, —señaló Estrella con ironía.

Me sentí mal con su comentario, porque ella tenía toda la razón, debía sumarle cosas buenas a la vida de Niall. Solo guardé silencio y él me colaboró hablando luego del momento súper incómodo, estaba consciente de que me había convertido en una mala persona ¿o tal vez no era ese mi calificativo?

—Es hora de irnos, Harper.

—Hasta luego, fue un gusto conocerlos —, agité la mano para despedirlos a todos, —y gracias, Jaiden.

Todos se despidieron, y salimos del lugar. Niall tenía su auto estacionado al frente del lugar, así que me abrió la puerta y me subí. —Gracias.

Él dio la vuelta y también se subió: —¿Estabas consciente de lo que hacías?

—Sí, solo quería comprarle un poco de...

—Ni lo digas, —me interrumpió, —sé que fui yo la persona que te introdujo a éste mundo de la droga, fui un idiota al hacerlo, de hecho estaba bajo sus efectos cuando lo hice; y te quiero pedir disculpas por eso, nunca debí darte a probar ese veneno, no está bien que lo consumas.

—No me pusiste un arma en la cabeza para que yo lo hiciera, no es tu culpa. Y tengo súper claro que no está bien, por eso esta es la primera y última vez que la compro, —le expuse convencida.

—¿Qué te hizo querer comprarla?

Me detuve a pensar; me sentí libre cuando consumí, me sentía mareada pero mi corazón estaba tan pacífico que ese pequeño detalle lo ignoré, era como un aislante y quería aislarme así fuera una vez más.

—Quiero olvidarme un ratito de todo lo que pasa a mi alrededor.

—Así empezó mi adicción Harper, quería simplemente probar para ver qué se sentía. Todos estaban al pendiente de mí porque no perdía ni una sola carrera, me subí a mi auto y como siempre gané; imagínate la adrenalina de estar en una carrera bajo los leves efectos de la droga, me sentí en el cielo, llegué a mi casa y mi padre me estaba gritando, no me importó porque estaba muy feliz, y con bastante dinero en el bolsillo, —cambió su mirada al frente. —Así pasaron unas cinco veces más, en motocicleta tres.

—¿Después que pasó? —Indagué curiosa.

—Tuve una fuerte discusión con mi padre, así que consumí en la tarde, antes de salir de mi casa, y antes de la carrera, en el momento que tocaba encender la motocicleta me sentí mareado, no me importó porque quería ganar, así que arranqué y a mitad de la pista caí desmayado, —nuevamente me miró, y esta vez a los ojos, —estaba tan drogado y emocionado que sufrí una sobredosis.

—¿Y por qué sigues consumiendo? He oído que es muy difícil salir del vicio, pero me gustaría entender.

—Tú misma ya lo estás viviendo, y eso es lo que me preocupa.