Tercer capítulo.

27 2 0
                                    

3– La peor versión de mí.

Martes: Harper Warren.

Luego de haber logrado esquivar a mis amigas, y haber cruzado palabras con Darlyn, continué con mi recorrido por el instituto en busca de Bea, Fer y Marco. Sabía que ellos no me harían tantas preguntas respecto a lo sucedido con Thomas.

Pensé en que seguramente estarían en la biblioteca, así que atravesé el campus, ignorando las pequeñas burlas y risas hacía mí persona. Pero no pude pasar por alto el ataque de Ángela.

—Tan poco importante fuiste, y seguirás siendo en la vida de Thomas. —Se dirigió hacia mí, gritando, todos los que estaban alrededor de nosotras escucharon, ya que solo habían unas diez personas en todo el espacio.

Dejé que siguiera alimentando su ego, quedándome quieta cerca de las gradas.

—Yo si soy la chica apropiada para él. —Continuó.

Me sentí fuera de lugar, no sabía a qué se refería con el "Yo si soy la chica apropiada para él". Así que decidí voltear, dándole la cara.

—¿Qué estás diciendo? —Pregunté casi en un susurro.

—¿Qué? ¿No sabías? —Añadió mirándome con burla y lástima.

—¿No sabía qué?

—Thomas es mi novio, te dejó por mí.

Me quedé sin nada que decir, no quería creerle, pero percibía sinceridad en sus palabras. Thomas me había pedido un tiempo, que el instituto, y el equipo de rugby lo tenían agobiado. También se excusó diciéndome que solo era por un par de meses, mientras organizaba su vida, que quería dedicarme el tiempo que yo merecía.

Al parecer quien lo tenía agobiado era yo.

Todas esas palabras habían sido una total mentira, y yo era una completa estúpida por haberle creído, para colmo, fui más estúpida por haberle hecho la tarea de álgebra.

—¿Te quedaste sin lengua? —Ángela movía su mano de arriba a abajo frente a mí rostro.

—Y sin dignidad. —Masculle.

—Cada quien obtiene lo que merece. —Se encogió de hombros, con una enorme sonrisa, y sin mostrar el mínimo rastro de remordimiento.

—Precisamente, —Reí —Tú mereces a Thomas, son el uno para el otro. Ambos son una mierda, ya que no les importa nada más que joderle los sentimientos al resto de las personas.

—¿Qué carajo dices? —Y la fiera se erizó totalmente.

—Te la pasas diciendo que entre mujeres hay que apoyarnos mutuamente, y te sientes orgullosa porque un chico con novia, la dejó por ti. Luego vas y la insultas, lo peor de todo, es que no solo me haces sentir menos a mí, también haces sentir mal a otras chicas —Respiré hondo, y proseguí —Eres una persona con doble moral, y doble cara, por personas como tú, se fomenta más la inseguridad que nosotros mismos sentimos, porque cada comentario que le haces a cualquiera, va haciendo peso en nuestras mentes.

Tenía tantas ganas de llorar, que no lo hice. Thomas me había mentido, quién sabe cuánto tiempo llevaba poniéndome los cuernos, viéndome la cara de pendeja.

—Yo no soy nada de eso que acabas de decir, —Noté su respiración pesada —Eres una perra dolida, sí, eso es lo que eres.

Y todo lo que sentía (tristeza y decepción) se convirtió en rabia con la frase que ella dijo: "Eres una perra dolida".

—Número uno: perra tu madre, número dos: eres TODO lo que dije, y número tres: te puedes ir directo a la mierda junto a Thomas. Y me voy, no voy a estar peleando por un chico que no vale la pena.

Diario de una adolescente ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora