IV. BAÑO DE SANGRE

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CAPITULO IV:

BAÑO DE SANGRE

Al otro día Abygail despertó gracias al llamado de su madre quien decía que una chica estaba llamándola por el teléfono de la casa

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Al otro día Abygail despertó gracias al llamado de su madre quien decía que una chica estaba llamándola por el teléfono de la casa. Abby asumió que esa chica era Beverly.

La chica adormilada bajó y tomó el teléfono entre sus manos para escuchar que deseaba su amiga.

        — ¿Bev? —, su voz se escuchó ronca y cortada, así que aclaró su garganta y continuó. —, es muy temprano, ¿Que sucede?

        — Necesito que vengas a mi casa, ya llamé a los chicos—, Abby frunció el ceño confundida, cerrando sus ojos.—. Y son las 12 del mediodía Abygail. ¡Despierta!

        — Bien, bien...En 20 minutos estoy ahí.

Abby escuchó el beep de su teléfono, dando a entender que Beverly había cortado la llamada.

        — ¿Quien era, cielo?—, su padre le ofreció un vaso con agua, el cual la chica tomó algo distraída. Al terminar se lo dió nuevamente a su padre.

        — Beverly Marsh, es mi nueva amiga, la que les comenté—, Abby comenzó a subir nuevamente las escaleras con lentitud y sus ojos entrecerrados.—, ¿Puedo ir a su casa?, dijo que era algo urgente.

        — Claro, pero no hasta muy tarde hoy Abby.—, el señor McMiller se rió cuando Abygail confundió uno de los escalones y se tropezó, agarrándose fuertemente de la vara.

        — Gracias.

Sin más la chica subió a su habitación para elegir la ropa que se pondría. Un pantalón de jean ancho junto con una blusa negra y sus típicos collares al rededor de su cuello serían la prenda que utilizaría ese día.

Al entrar al baño se miró al espejo, notando las ojeras que tenía. Había pasado gran parte de la noche pensando en lo sucedido en la cantera, un escalofrío recorrió su cuerpo cuando una fuerte ventisca cruzó las ventanas del baño, abriéndolas de forma brusca y haciendo que las cortinas bailen. Abby dió un pequeño salto y se asomó a la ventana, miró hacía afuera y nuevamente dió un respingo.

El mismo payaso que había visto en la cantera.

En su mano tenía una especie de bandera de color amarillo pastel, aparentemente tenía algo en el centro y unas manchas rojas al rededor. El payaso le sonrió mientras hondeaba esta bandera.

Sin saber que hacer Abby cerró la ventana rápidamente, justo en el momento en que su madre entró.

         — ¡Lo siento, vine a buscar papel higiénico!—, su madre se acercó a un estante de estambre, sacando el papel y luego la miró.—. ¿Estás bien?, te ves pálida.

        — E-es el frío.

Su madre asistió con una sonrisa y salió del baño. Abby se acercó nuevamente a la ventana y movió la cortina. Ya no se encontraba el payaso, pero si la bandera.

Killer queen ; richie tozier ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora