10. lover

473 30 12
                                    

California, Estados Unidos.

Tomo una vez más la gastada foto de Cailin entre sus manos, pasó sus huesudos y finos dedos por esta, acariciandola.

Todos los días, dentro de esa fría y oscura celda se maldecía, por lo que le había hecho. Recordaba su rostro invadido por el terror, los gritos suplicantes y desgarradores, las lágrimas derramadas, cada cosa qué pasó esa noche la recordaba a la perfección.

Y se arrepentía, se odiaba a sí mismo, porque si estaba profundamente enamorado de ella, pero el egoísmo, la ambición y el mal camino lo llevaron a tomar la peor decisión de su vida, la que cambió todo, la que incluso hizo que enterraran su pequeño y delicado cuerpo debajo de montones y montones de tierra húmeda.

Suspiró, guardó la foto debajo de la dura almohada que posaba sobre su cama.

Un sonido en los barrotes de metal hizo que pegara un brinco en su lugar y girara su rostro de golpe.

—Rodriguez, visita de tu abogado.

El policía robusto abrió la celda para esposarla y llevarlo hacia la sala de visitas.

En esta ya esperaba su abogado, el más ruin, despiadado corrupto que podía existir, coludido con las bandas más fuertes de crimen organizado entre México y Estados Unidos, misteriosamente nunca perdía un caso.

—Eres libre.—soltó aquel hombre con egocentrismo.—Te lo dije, soy el mejor.

—¿Voy a salir de aquí?

—Hoy mismo, muchacho.— le dio una palmada fuerte en hombro.

—¿Cómo? —el chico de ojos azules lo miró consternado.

—Te dije que cero preguntas, ve por tus cosas. Hay alguien que te está esperando.

Brian se levantó de aquella silla y el policía lo escoltó a su celda, aún no podía creer que ya no pisaría la cárcel.
Tomó sus cosas y las guardo, levantó aquella dura almohada que había alojado su cabeza durante un año, tomó la foto, la miró un momento y la guardo hasta lo más alto de sus cosas.
Su abogado lo acompañó hasta la salida y sobre una camioneta lo espera aquel hombre de cabellera larga, aquel que le había arrancado el amor de su Cailin.

—¿Qué haces tú aquí? —soltó con un tono agresivo.

—Vamos, no me digas que sigues enojado por lo qué pasó con tu novia.— río irónico.

—De todas las personas que pensaba y quería ver, tú, Adriano, tú eres la última.— dijo seco.

—Me vas a tener que ver, tenemos muchas cosas de que hablar, la primera yo pague tu abogado, así que de nada.—se encogió de hombros.—Sube a la camioneta, te conviene.

Dudo un momento pero después de varios segundos subió a la camioneta, sabía que no tenía a donde ir, su familia había dejado de visitarlo cuando les confesó lo que hizo con Cailin. Estaba muerto para ellos.

Después de unos minutos, llegaron a la casa de Adriano, donde tenían reuniones y hacían los negocios más sucios que alguien pudiera conocer.

—Ya pedí que te sirvieran de comer, comida de verdad. No la porquería que comías ahí dentro.—guiño un ojo.

—¿Por qué tanta amabilidad? —lo miró amenazante.

—Siéntate, tenemos que hablar sobre la perrita.— hizo énfasis en la última palabra.

—No la llames así, ten un poco más de respeto, ella ya no está, por nuestra maldita culpa.

Adriano soltó una carcajada sarcástica.

i'm inlove but... [Kevin Álvarez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora