Capítulo 16.

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Capítulo 16. Los aliados son insistentes.





Hoy se cumple un año.

Un año desde que él se marchó.

Mamá no ha sido la misma.

Antes tomaba y dormía mucho, pero ahora lo hace más.

No lo dice y evita el tema, pero...sé que lo echa de menos.

Yo también lo echo de menos.

Y no debería porque estoy tan furiosa con él, estoy tan enojada.

Me abandonó una de las personas que creí que jamás me abandonaría.

Me decepcionó.

Suspiré bajo y pasé mi mano por encima del cuerpo de Missy, la yegua de mi tío Dante. Ella está encerrada en este establo, seguro que extrañándolo tanto como yo.

―Sé que estás aburrida, pero Dante me ha dicho que eres arisca y puedes tirarme ―Hice una mueca―. No debería tenerte miedo después de lo duro que he entrenado para dejar ese sentimiento atrás, pero sí me aterra que me dejes paralítica por una caída.

Seguí acariciando.

Es muy bonita.

Me quedé quieta cuando sentí una mano posarse sobre mi hombro.

El tacto es frío.

La primera vez que sentí ese mismo tacto, fue...en el ático. Pude huir en ese entonces y tener miedo y ataques de ansiedad cada vez que él intentaba abrir mi puerta porque sabía lo que quería hacerme, porque sabía que...quería terminar lo que empezó ese día en el ático.

―¿Estabas huyendo de mí, Dolce?

Y su voz...su maldita voz era incluso más fría y aterradora.

Alejé el cigarrillo de mis labios y con lentitud, expulsé el humo.

Formé una sonrisa ladeada y después dejé salir un suave resoplido de burla mientras miraba el auto estacionándose en la propiedad.

Él y su prometida están aquí.

¿Vienen a cenar?

Lástima que no podré quedarme a acompañarlos en la mesa.

Presioné el cigarrillo contra el borde de la terraza antes de darme la vuelta para volver al interior de la casa. Al hacerlo, vi a Fabiana de pie en el umbral.

Es muy sabido que Fabiana ha recaído en las drogas cuando pasan dos cosas: deja de importarle su apariencia y hay ojeras notorias debajo de sus ojos.

Es así ahora. Solo han pasado pocas semanas desde que llegó a esta casa luciendo como una supermodelo, pero ahora...

Cabello seco, su vestimenta deja mucho que desear y se ve completamente descuidada y en mal estado.

¿Síndrome de abstinencia se le llama?

No estoy segura, las drogas jamás me han tentado como a ella.

―Que lamentable ―Chasqueé con la lengua.

―¿Lamentable qué? ¿El que espíes a mi hermano y a su prometida como una maldita perra acosadora? ―Me dedicó una sonrisa maliciosa―. ¿Deseas ser ella?

―Para eso tendría que desear tener a Fabrizio conmigo y creo que sabes muy bien que eso jamás será una opción.

Soltó una pequeña risa.

El juego de Lucifer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora