Capítulo 02.

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Esto iba para largo.

No podía soportarlo sin un cigarrillo que me ayudara a desestresarme.

A escondidas de los guardaespaldas, de nuevo salí del recinto para dirigirme a una de las salidas del teatro, la que lleva a la parte trasera. Es un callejón solitario, pero iluminado. Ideal para fumar sin que toda esa bola de periodistas me molesten.

Me recargué contra la pared y de mi bolso, saqué la cajetilla y el encendedor. Tomé un cigarrillo de la caja y después volví a guardarlo.

Una vez que lo encendí, le di una calada profunda que rápidamente me hizo sentir más tranquila.

La nicotina y yo nos llevábamos tan bien.

Abrí los ojos cuando la puerta por la que salí, volvió a ser empujada.

Dos hombres en traje salieron por ahí.

Ambos me miraron.

―Señorita Feramore, pero que sorpresa encontrarla tan sola ―Dijo uno.

―Miren, hoy no tengo ánimos de darles alguna nota sobre la conmemoración de mi padre para su periódico, así que regresen por donde vinieron.

El que no habló, hizo una mueca.

―Nos ofende, no somos esos pajarracos buscando migajas.

―Ah, ¿no? ¿Entonces qué quieren? ―Ladeé la cabeza.

Me distraje por un solo segundo.

Un solo segundo mientras miraba la camioneta negra que entraba a toda velocidad por el callejón, directo hacia nosotros.

Un segundo en el que el más fortachón me tomó entre sus brazos para inmovilizarme y permitirle al otro clavarme una aguja en el cuello. El líquido que liberó la jeringa dentro de mí, ardió demasiado, por lo que inmediatamente un gemido causado por el dolor, escapó de mi interior.

De nuevo sacó la aguja y la tiró, casi al mismo tiempo que mi cigarrillo se me resbaló de las manos.

Mi cuerpo se empezó sentir débil a los pocos segundos. Todo mi cuerpo cosquilleó y me sentí...como si no fuera mío.

Mi mente sigue aquí, puedo verlos...bueno ya no puedo verlos porque me pusieron una bolsa en la cabeza. Sé que me cargan para subirme a esa camioneta de antes, pero no puedo entender nada, no soy capaz de reaccionar y huir. No soy capaz de entender qué ocurre.

Lo que me pusieron me hace sentir aturdida, perdida y...un poco lejos incluso si sigo aquí.

Cuando estuvimos dentro, el auto volvió a arrancar con rapidez para alejarnos.

Mis movimientos fueron torpes mientras intentaba liberarme del agarre del fortachón.

―Señor, acaban de informar que la bailarina y el militar lograron resguardarse en el bosque ―Escuché la voz de otro tipo. Se siente lejana―. Los están buscando, no nos iremos sin que ambas cosas queden listas. Ya tenemos a la señorita Feramore, solo falta que capturemos a la señorita Spencer...

―Que se regresen, no vamos a perder más tiempo porque no saben hacer su trabajo ―Lo interrumpió una voz un tanto robótica―. Ahora lo importante es abordar la avioneta antes de que emitan la alerta de desaparición.

Una risa escapó de mi interior.

―¿A qué año me llevaron? ¿Ya hay robots? ―No pude controlar mis palabras―. Hola, soy Lucille y creo que me convertí en una viajera del tiempo. ¿En qué año estamos? ―Hablé lento para que me entendieran―. ¿Pueden entenderme?

El juego de Lucifer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora