Capítulo 28.

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Capítulo 28.- Culpable.

La tía Gianna se tiró junto al cuerpo de su hija, llorando y gritando con fuerza mientras acercaba el cuerpo sin vida de su hija al suyo.

Carajo.

Ella realmente se disparó.

Su muerte fue rápida, fue fácil y no lo que me hubiera gustado para ella. Ella merecía haber agonizado más.

Pero...ver a su madre presenciar todo esto, ha valido completamente la pena.

―¡No! ¡No! ¡Mi bebé! ―berreó por lo alto, intentando volver a su lugar los sesos de Fabiana que habían quedado por todo el mármol―. ¡Princesa te lo ruego, despierta! ¡Por favor hagan algo! ¡Mi hija!

Mamá me abrazó por los hombros, como si de alguna manera me protegiera de la escena o se sintiera tranquila de que yo estoy bien, que no es ella la que está viviendo esta pesadilla.

La abuela lloraba, Fabrizio intentaba levantar a su madre que se aferraba al cuerpo de su princesa.

Y mi padre realmente lucía indiferente.

―¡Faby por favor despierta! ¡No te mueras! ―Sus gritos seguramente se escucharon por toda la casa. Estaban llenos de agonía, de dolor y sufrimiento.

Lo merece.

Y si pudiera, me burlaría de su desgracia.

¿Qué peor castigo que tu hija se mate frente a ti después de básicamente decirte que le fallaste como madre?

―Que la prensa no se entere de esto ―le ordenó mi padre a uno de los guardaespaldas, ganándose una mirada de odio de mi tía―. Inventen algo más, pero que no salga de esta casa que la loca esa se voló los sesos sola.

―¡Eres un hijo de puta! ¡Esto es tu culpa! ―le recriminó su hermana―. ¡Por tu culpa mi hija está muerta! ¿¡Cómo es que no tienes respeto por ella ni siquiera ahora!?

―¿Yo la maté? ―El tono de mi padre fue sombrío, fue tan gélido―. Debiste cuidar mejor a tu mocosa, pero estabas más ocupada gastando mi dinero. La única responsable de que tu hija haya tenido un camino de mierda, eres tú.

Los ojos de ella se encendieron de rabia.

―Creí que después de haber perdido a tu hija, al menos entenderías mi dolor ―le reprochó―. Pero pareces no entenderlo y es por eso que me da tanto gusto que la perra de tu hija haya muerto mucho antes que la mía.

El gobernador tomó una respiración profunda.

―Al menos mi Chiara murió como una mujer ejemplar, una mujer que tenía un futuro brillante que le fue arrebatado por un trágico accidente ―Empezó él―, ¿pero tu hija? No tenía un futuro y lo único que hizo toda su vida, fue avergonzar a esta familia. Espero que ahora que está muerta eso se acabe, porque si algo de esto sale a la prensa y perjudica mi imagen, es a ti a quien voy a responsabilizar de todo, Gianna.

Él se acomodó la corbata y sin permitir que alguien le dijera algo más, salió del lugar.

Tía Gianna lloró más alto, acercando el cadáver de Fabiana a su regazo, meciéndola como si fuera una bebé a la cual proteger.

―Mi bebé, mi pobre bebé ―sollozó―. Mami está aquí, mami no va a dejarte, mi cielo.

―Madre, tienes que levantarte ―insistió Fabrizio.

―¡No! ¡No voy a soltar a mi bebé! ―La voz se le desgarró―. ¿¡Por qué no hiciste nada para protegerla!? ¿¡Por qué no le quitaste el arma a tu hermana!? ¿¡Por qué, Fabrizio!? Mi niña...

El juego de Lucifer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora