Capítulo 08.

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Capítulo 08.- El Abbey.


"No tiene piedad el viento en tu contra.
No puedes volar con tus alas rotas".

La malquerida.



Los flashes de las cámaras dispararon una y otra vez en mi dirección, aturdiéndome ligeramente.

Por suerte estoy acostumbrada a ellos, de lo contrario seguro que estaría convulsionando en el suelo.

Eso no se vería bien en mi hoja de vida. Seguro que no.

Dejé que los guardaespaldas nos guiaran al auto al gobernador y a mí. Él parece estresado, furioso, pero intenta mantener la calma frente a los reporteros.

Acabamos de salir de la fiscalía después de que él fuera llamado testificar después de lo que salió en los noticieros.

Recuerdo con claridad cada una de las cosas que se han dicho en las noticias durante este par de días.

Oh, las fotos circulan por todos lados.

Oh, el nombre del gobernador y el del consigliere están enlazados.

Y oh, el pueblo sabe que ese hombre tenía lazos con la mafia siciliana.

Así que ahora se preguntan si...¿acaso Alonzo Feramore también?

Irónico que él sea la cabeza.

―¡Gobernador Feramore, por favor responda nuestras preguntas! ―Escuché a varios reporteros.

―¡Retrocedan! ―Ordenaron los guardaespaldas que sirven como muralla para los dos―. ¡A un lado!

―¡Gobernador! ―Volvieron a llamarlo―. ¿¡Es cierto lo que se dice de usted en los noticieros!? ¿Qué relación tiene con ese hombre? ¿Es verdad que pertenecía a la mafia italiana?

―¿Qué tiene que ver usted con todo esto, gobernador? ¡Su familia proviene de Italia, ¿todo esto está conectado a su familia?!

Me adelanté y coloqué las manos frente a mí para agitarlas y captar su atención.

Todos los micrófonos estuvieron casi golpeando mi boca al instante.

―Cualquier pregunta que tengan, el gobernador la responderá en la rueda de prensa, no antes. Las dudas serán aclaradas, pero ahora por favor dejen que nos retiremos para que podamos asistir a la rueda de prensa, gracias.

Terminamos de subir al auto que por suerte, tiene las ventanas polarizadas.

En cuanto estuvimos protegidos dentro del coche, el gobernador se aflojó la corbata y soltó un gruñido cargado de rabia.

―Hijos de puta ―Masculló, apretando los dientes y cerrando los ojos mientras se reclinaba sobre su asiento―. Malditos buitres de mierda.

Ah, disfruto esto.

Es lindo ver que se estresa.

Me imagino...¿cómo lucirá completamente destruído?

Lo estoy deseando tanto.

Estoy deseando tanto que ese día llegue así como estoy disfrutando que el señor todo poderoso a mi lado, esté estresado y se sienta asfixiado.

Quiero gritarle que fui yo.

Que esto está pasando gracias a mí.

Gritarle que esto es nada comparado con la desdicha que le espera.

El juego de Lucifer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora